El concepto de dificultad
social en la infancia, o como suele presentarse con mayor frecuencia, la
infancia y la adolescencia en dificultad social, no tiene una definición
unívoca y compartida de forma universal entre los expertos y profesionales del
ámbito social. Entre las diferentes concepciones se encuentran (Quicios, 2013):
1) La
definición de dificultad social de forma genérica, como un conjunto de
dificultades que están perjudicando el desarrollo del niño y cuya etiología o
manifestación se da en el ámbito de lo social. Estos autores suelen excluir las
dificultades que pueden encuadrarse exclusivamente en el ámbito de la salud o
en el de la educación formal (la escuela).
2) Otro
colectivo de autores utiliza dificultad social cuando los problemas del niño
inciden sobre varios ámbitos y el entorno familiar y social del niño no está ofreciéndole
una respuesta adecuada.
3) Otros
autores utilizan el término para las situaciones de riesgo social leve,
aplicando el concepto de desprotección para las situaciones de riesgo moderado
y grave y para la situación de desamparo.
En el Centro Beatriz, entendemos por dificultad social, siguiendo
la acepción genérica de Quicios (2013), aquella en la que se incluyen niños,
niñas y adolescentes que se encuentran en situación
de riesgo social, sea leve, moderado o grave en situación de desamparo.
La dificultad social, técnicamente, se describe como
elemento constitutivo de riesgo social de intensidad leve. La dificultad social
infantojuvenil se circunscribe, exclusivamente, a un período cronológico de la
persona y este es el que se corresponde con su minoría de edad. La dificultad social infantojuvenil puede originarse por
la existencia de múltiples y variados desencadenantes. No obstante, la
dificultad social infantojuvenil por abandono afectivo solo tiene un detonante:
la falta de cobertura de las necesidades afectivas del niño, adolescente y
joven.
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