El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta entre
un 3 a un 6% de los niños en edad escolar y que se caracteriza (con carácter
crónico y con una intensidad indebida para el nivel de desarrollo del sujeto,
de su edad cronológica y educación recibida) por: 

La presencia de síntomas de desatención (subtipo déficit de
atención) o de hiperactividad/impulsividad (subtipo
hiperactividad/impulsividad) o ambos grupos de síntomas (subtipo combinado)
Dichos síntomas están relacionados con una disminución del
volumen y un peor funcionamiento del cortex prefrontal, los ganglios basales y
el vermis cerebeloso.
Para que una sintomatología se considere patológica es
necesario que cree problemas de adaptación significativos en algún ámbito del
desarrollo y que se haya realizado un diagnóstico diferencial de estresores
vitales u otro tipo de trastorno. Los estudios que comparan sujetos con y sin
TDAH apuntan a una etiología predominantemente poligénica con una probabilidad
mayor de afección en hijos de padres con TDAH, entre hermanos y especialmente
entre gemelos idénticos. A esta vulnerabilidad genética se le unen factores
debidos a alteraciones pre, peri o post natales (especialmente consumo de
tabaco o alcohol durante el embarazo y el bajo peso al nacer).
El diagnóstico resulta de una valoración
clínica-comportamental por lo que requiere un equipo multidisciplinar que
estudie a fondo el paciente:
o
Su historia clínica y escolar
o
La evolución de la sintomatología en relación a
las condiciones de vida y estresores vitales
o
La intensidad patológica de la sintomatología
o
El grado y nivel de desadaptación
Las personas con TDAH muestran una predisposición mayor a
presentar una disfunción ejecutiva con más dificultades, respecto a la edad
cronológica, para:
o
Inhibir las respuestas inmediatas a un
determinado estímulo o evento (impulsividad)
o
Interrumpir la respuesta activada ante una orden
o ante el feedback de sus errores (sensibilidad a los errores)
o
Proteger ese tipo de latencia y el período de
autorregulación (control ejecutivo) de fuentes de interferencia (resistencia a
la distracción).
Dichas dificultades se traducen en un comportamiento
inmaduro relacionado con las funciones de la corteza prefrontal, funciones que
desde el Centro Beatriz consideramos que pueden ser moduladas y/compensadas
con:
- la estimulación
- los programas cognitivos comportamentales
La intervención psicoeducativa debe comenzar desde el mismo
momento en que se detectan síntomas de intensidad significativa para la edad,
que comienzan a manifestarse desadaptativos y que no remiten con las medidas
educativas habituales, mucho antes, incluso, que haya podido confirmarse el
trastorno. Los programas de intervención que desarrollamos se basan en:
Entrenamiento
cognitivo-comportamental aplicado al desarrollo académico, cognitivo,
comportamental, social y emocional del niño
Programas de formación,
entrenamiento y terapia, si fuera necesario para los padres.
1)
necesarios.
Bibliografía
Brioso, A. (2012). Alteraciones del desarrollo y
discapacidad. Madrid: Sanz y Torres.
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