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¿CUÁLES SON LOS FACTORES EMOCIONALES RELACIONADOS CON LA AGRESIÓN?


La relación entre un suceso aversivo y la conducta agresiva no es directa, sino que se produce a través de la experiencia emocional negativa que ese suceso provoca. Si ese estado negativo se asocia con reacciones, pensamientos y emociones relacionadas con la agresión, entonces es más probable una respuesta agresiva.



Muchos de los instigadores situacionales provocan ese estado afectivo negativo. Sin embargo, el estado emocional negativo no es condición necesaria ni suficiente para la agresión, es decir, no toda la gente que agrede se encuentra en ese estado, ni toda la gente que se encuentra en ese estado agrede.



La emoción que más se ha asociado con la emoción es la ira, desde el supuesto que la ira causa directamente la agresión.

Formas en que la ira puede causar agresión (Anderson y Bushman, 2002)

a)   La ira preactiva mediante el proceso de priming, pensamientos, esquemas de situaciones y reacciones motoras expresivas asociadas con la agresión, que se utilizan para interpretar la situación.

b)   La ira aumenta el nivel de activación del organismo, aportando energía a la conducta que sea dominante en ese momento.

c)   La ira misma sirve como clave informativa que puede ayudar a interpretar situaciones ambiguas, siempre en sentido hostil. Este proceso es diferente de la preactivación, puesto que es en la propia experiencia emocional (y no en los procesos asociadas a ella) en la que se basa la interpretación.

d)   La ira hace que la persona que la siente preste especial atención a los estímulos o sucesos que la han provocado, y que los procese de forma profunda. Eso facilitará que los recuerde mejor después y reviva el estado en el que se encontraba durante el episodio original y, de esa manera, sus intenciones agresivas se mantendrán durante más tiempo.

e)   La ira interfiere en la inhibición de la agresión, y lo hace de dos formas:

·        Al activar un guión (o esquema de situación) relacionado con la agresión, puede justificar acciones agresivas como la venganza, que forman parte de las opciones de conducta incluidas en ese guión.

·        Puede interferir en el procesamiento cognitivo elaborado que interviene en la reevaluación de la situación (modelo general de la agresión).

Transferencia de la excitación (Zillmann)

Zillmann encontró que la ira puede promover el comportamiento agresivo incluso cuando no se siente realmente, sino que se infiere. Denominó transferencia de la excitación al proceso que consiste en que, cuando dos episodios que provocan activación (excitación) en una persona se producen cerca uno del otro en el tiempo, la activación procedente del primero se suma a la del segundo y puede ser atribuida erróneamente a este último. Ahora bien, esa atribución errónea sólo se producirá si la persona no es consciente (o se ha olvidado) de cuál es la fuente real de la activación neutra, porque si tiene claro el origen de esa activación no la atribuirá al episodio aversivo. Esto quiere decir, que el margen de tiempo para que se produzca la transferencia es muy pequeño, ya que debe ser todavía lo suficientemente intensa la excitación provocada por la primera fuente (neutra) pero, a su vez, la persona ya no tiene que ser consciente de su origen. Sin embargo, una vez transferida la activación y etiquetada la emoción resultante como ira, el individuo seguirá dispuesto a agredir mientras la etiqueta persista, es decir, siga pensando que está enfadado, aunque la excitación se haya disipado.

Este modelo desarrollado por Zillmann para explicar este proceso pone de relieve el efecto combinado de la activación fisiológica y su evaluación cognitiva en la experiencia emocional de ira. Y ese efecto puede darse en dos sentidos:

Del mismo modo que etiquetar la excitación provocada por un estímulo neutro como ira puede intensificar las tendencias de respuesta agresiva, la atribución de la activación provocada por un estímulo aversivo como debida a otra causa (por ejemplo, el efecto de una pastilla) hará que la persona se perciba como menos enojada y reaccione menos agresivamente que si no hiciera esa atribución (Younger y Dood, 1978).

Referencia bibliográfica

Gaviriana, E., López, M., & I., C. (2013). Introducción a la psicología social. Madrid: Sanz y Torres.










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