Intervención en el Mutismo Selectivo
Con un tratamiento
adecuado, la mayoría de los niños son capaces de superar el mutismo selectivo.
Cuanto más tarde se diagnostica la condición, más tardará en superarlo. La
efectividad del tratamiento dependerá de:
·
Cuánto tiempo la persona ha tenido mutismo
selectivo
·
Si el niño tiene dificultades adicionales
de comunicación, de aprendizaje o de ansiedad
·
La cooperación de todos los que participan
en su educación y vida familiar.
El tratamiento no se centra en el habla en
sí, sino en reducir la ansiedad asociada con hablar. Para
comenzar, se trata de eliminar la presión que tiene el niño para hablar.
Se progresa fomentando que el niño se relaje en su escuela, guardería o
entorno social.
Por ejemplo,
intentando que el niño diga palabras y frases individuales a una persona, antes
de poder finalmente hablar libremente a todas las personas en todos los
entornos. Es por tanto importante ir paso a paso. Algunos puntos
importantes a tener cuenta en el comienzo del tratamiento son:
·
No dejar que el niño sepa que usted
está preocupado/con ansiedad porque comience a hablar.
·
No presionar para que el niño hable.
·
Concentrarse en divertirse.
·
Alabar todos los esfuerzos que hace el
niño para interactuar con otros, como pasar y tomar juguetes, asentir y
señalar.
·
No mostrar sorpresa cuando el niño habla,
sino responder cálidamente como lo haría con cualquier otro niño.
Los tipos más
eficaces de tratamiento son la terapia conductual y la terapia
cognitivo-conductual (TCC).
En lo que respecta a la detección e intervención temprana, su aplicación
en el tratamiento selectivo facilita (Olivares et al., 2006):
· Actuar
cuando los déficits conductuales no distan mucho con respecto de la edad
cronológica y grupo cultural al que el niño pertenece
· Facilitar
la colaboración de los profesores ya que en el periodo de infantil estos aun no
están preocupados porque los alumnos manejen las materias instrumentales.
· Reducir el
sufrimiento del niño
· Reducir la
posibilidad de que el mutismo selectivo pueda pasar a un mutismo progresivo o
total
Objetivo general
· Lograr que
el niño sea capaz de interactuar verbalmente de forma espontánea con los
adultos y niños de la escuela y de su entorno social y familiar, llevando a
peticiones verbales espontáneas y respondiendo de forma audible a preguntas que
los demás interlocutores le plantean (Cortés et al. 2009 p.12).
Objetivos específicos
· Modificar
los esfuerzos dados por los profesores y padres a las respuestas de escape y
evitación que realiza el niño
· Facilitar
la integración social del mismo.
Pautas a llevar a
cabo en el ámbito escolar previo a la intervención (Marco, 2009)
· Eliminar
actuaciones que faciliten el no “hablar” como, por ejemplo: evitar dar por
válidas respuestas gestuales; animar a responder de otras formas como asentir
con la cabeza, mostrar números con los dedos...; evitar comentarios que suelen
realizar los niños del tipo “Ana no habla” y evitar que los compañeros hagan de
traductores del niño.
· Incrementar
actividades que conlleven una exposición pública ante sus compañeros (pedirle
borrar la pizarra, repartir materiales, hacer recados...)
· Evitar en
las actividades que impliquen la participación de todos que pase desapercibido
y que no intervenga.
· En actividades
grupales siempre se respetará su turno refiriéndonos a él en un tercer o cuarto
lugar y dándole unos diez segundos para que responda.
· Incrementar
la directividad del profesor reduciendo las actividades en las que se pide
participación voluntaria de los alumnos
· Diseñar
juegos y actividades que no impliquen hablar y que le preparen al niño para el
habla como: actividades de imitación de gestos y movimientos corporales como
praxias, juegos de psicomotricidad...; actividades de realización de ruidos con
el cuerpo como palmadas, seguimientos de ruidos...; actividades de producción
de ruidos no articulados mediante soplo, siseo...; actividades de juego
enmascarado con la utilización de títeres, marionetas, mascaras... y
actividades de producción de sonidos articulados no comunicativos
(onomatopeyas).
Tratamientos
existentes para el mutismo selectivo
Modelo lingüístico
(Gallardo et al., 1995)
El Modelo lingüístico se centra en que para conseguir la desmutización
del niño se ve necesaria la utilización de diferentes estrategias para la
emisión de la voz y del sonido articulado interviniendo en los diferentes
ámbitos del lenguaje como voz, audición, respiración y articulación.
Proceso en
la intervención lingüística:
1. Atención
auditiva
2. Discriminación
auditiva
3. Memoria auditiva
4. Respiración
5. Soplo bucal
6. Imitación de
ruidos
7. Imitación de
gritos
8. Imitación de
sonidos
9. Imitación vocálica
10. Articulación
dinámica
11. Desmutización
Para trabajar los distintos ámbitos del lenguaje citados se pueden
utilizar actividades centradas en la atención auditiva, discriminación
auditiva, memoria auditiva; actividades respiratorias o de soplo vocal;
actividades de imitación de ruidos, imitación de gritos, imitación de sonidos,
imitación vocálica y articulación dinámica.
Modelo operante
El modelo operante considera que el miedo desproporcionado a hablar es
una conducta aprendida porque en algún momento del desarrollo el niño ha sido
reforzado positivamente y le ha generado beneficio. Mediante las técnicas
conductuales se pretende anular este condicionamiento enseñando al niño a
obtener beneficios, que hasta ahora lograba a través de su mutismo, mediante el
uso del lenguaje (Olivares, 1994).
Técnicas
que utiliza el modelo operante:
Costo de respuesta. Se trata
de que el niño en vez de obtener un beneficio por no hablar, pierda algo
(castigo). Como, por ejemplo, no participar en la actividad (Olivares,1994).
Desvanecimiento estimular. Consiste
en la retirada progresiva de la presencia de aquellas personas o situaciones
ante o las cuales el niño no habla. Así, al mismo tiempo en que vamos
eliminando o haciendo menos necesaria la presencia de la persona con la que
habla o la situación en la que habla el niño selectivo comienza hacerlo en
presencia de personas que no hablaba, hasta que termina hablando ante cualquier
persona y ante cualquier situación (Olivares, 1994).
Moldeamiento. Se trata
de reforzar una respuesta que se dé con frecuencia y que se parezca a la
respuesta final que se desea conseguir (p. ej., el hablar susurrando). Cuando
esta respuesta inicial se da con una alta frecuencia, el terapeuta la dejará de
reforzar y empezará a reforzar una conducta más avanzada y que se encuentre más
cerca de la respuesta final deseada. Así, con aproximaciones sucesivas y
refuerzos periódicos, alcanzará la respuesta deseada (Martin y Pear, 2006).
Según Olivares (1994) antes de aplicar las siguientes técnicas hay que
realizar una investigación de los gustos del niño a través de un cuestionario
de reforzadores y comunicarle las posibles consecuencias de su conducta. Más
que una técnica es un complemento del resto de técnicas.
Refuerzo negativo. Es la
aplicación de un acontecimiento aversivo para el niño cuyo cese se produce tras
producir este una respuesta oral (Olivares, 1994).
Refuerzo positivo. Consiste
en proporcionar un premio o evento de forma contingente e inmediata al habla
ante una situación en la que no lo hacía o ante una persona a la que no
hablaba. De modo que aumente la probabilidad de la respuesta oral en esas
mismas circunstancias (Olivares, 1994)
Tiempo fuera. Se trata
de apartar el niño de la oportunidad en la que el mutismo sea reforzado
mediante la atención y/o privilegios. Para ello se aísla del resto de personas
durante unos diez segundos (previamente acordado con el niño) cada vez que no
se presente su respuesta oral (Olivares, 1994).
Economía de fichas. Consiste
en un programa en el que un grupo de individuos puede ganar fichas por emitir
diversas conductas deseables y en el que las fichas pueden ser canjeadas por
reforzadores de apoyo. (Martin et al., 2006).
Lazarus, Gavilo, Moore, Olivares Rodríguez y otros (citados en López,
2000) vieron que las técnicas conductuales son con las que mejores resultados
han obtenido y refieren que cuando se da la participación de las familias se
obtienen muy buenos resultados.
Así mismo Olivares (1994) indica que la combinación del reforzamiento
positivo junto con el desvanecimiento estimular son los tratamientos que mayores
éxitos han tenido en el tratamiento de este trastorno.
Modelo de condicionamiento
clásico (Olivares, 1994)
Este modelo va dirigido tanto al control de las respuestas
psicofisiológicas como al entrenamiento de habilidades sociales con el fin de
eliminar la ansiedad que experimenta el niño con mutismo selectivo ante las
situaciones y ante las personas a las que no habla.
Técnicas de relajación y
respiración. Tienen por objeto el entrenamiento en el manejo
de las situaciones que les provoca ansiedad o tensión y así facilitarles el
enfrentamiento con esas personas o circunstancias.
Modelo cognitivo-conductual
En el modelo cognitivo-conductual el miedo desproporcionado a hablar se
mantiene por la confirmación de las expectativas que tiene el niño respeto a
las situaciones y a las personas temidas. Dentro de estas técnicas, destacan el
entrenamiento en habilidades sociales, el modelado y el automodelado (Martínez,
2004).
Entrenamiento en HHSS. Permite
aprender diferentes habilidades de relación personal para disminuir el
aislamiento social al que están sometidos (la mirada, la escucha, el control de
la postura, el control de la voz...) (Olivares, 1994)
Modelado, automodelado
filmado y automodelado gradual filmado. Se trata de realizar grabaciones
filmadas de un niño en diferentes situaciones para que sirvan de modelo al niño
con mutismo y así permite enseñarle que no hay por qué anticipar consecuencias
negativas o aversivas (Olivares, 1994)
Automodelado Gradual
Filmado y Trucado (AGFT). Partiendo de la técnica anterior, Olivares
plantea una exposición gradual, es decir, un tratamiento que contiene
automoldeado, exposición gradual, intervención de diferentes contextos y el
control de contingencias de mantera individual y grupal. Se dirige a aquellos
niños pequeños que aún no diferencian entre una situación ficticia y una
situación real. De ahí, que vaya dirigido a programas de detección e
intervención temprana.
Modelo motriz
Para autocoturier y Lapierre el lenguaje verbal es la forma más
evolucionada, la más codificada de la comunicación. El acceso al lenguaje
verbal requiere el paso por los medios de comunicación más primitivos y su
asimilación y superación progresivos.
Para estos autores la psicomotricidad relacional es una práctica ideal
para lograr la recuperación del habla a través de diferentes fases:
· Contactos corporales
entre el niño y profesor para construir una relación afectiva y una
comunicación efectiva e intensa.
· Transferencia
afectiva hacia un objeto
· Reciprocidades
mediante los sonidos vocales. La relación se constituye a través de gritos
· Intercambios
a través de objetos
· Intercambios
a través de sonidos instrumentales (percusión)
· Intercambios
gráficos (sonido-grafismo)
· Organización
del lenguaje
Gracias a esta relación afectiva el niño se abrirá a la comunicación.
Modelo clínico (Gallardo et
al. 1995)
La intervención de este modelo va dirigida tanto al niño como a los
padres y lo que intenta es descubrir la relación afectiva y reconducirla
adecuadamente. También busca formas o procedimientos de tranquilización al niño
para crearle la necesidad de hablar.
Para ello se suelen utilizar tanto medicamentos (ansiolíticos,
tranquilizantes como terapias psicoanalíticas. Así para averiguar el síntoma
del trastorno, se pueden manipular diferentes técnicas proyectivas.
No obstante, es importante señalar que el Centro Beatriz no considera
apropiado el uso de los medicamentos señalados.
Modelo mixto (Olivares et
al., 2007)
Existen estudios que aplican la combinación entre tratamientos
psicológicos y farmacológicos. Pero se ha de indicar que, de este tipo de
tratamiento, por el momento, no se han obtenido beneficios evidentes.
Para conseguir el éxito de la intervención es imprescindible que se dé
la cooperación y coordinación entre la familia, el profesorado del colegio, los
compañeros de clase, los profesores de apoyo, los equipos de sector y el
logopeda. También es importante fijar el papel de cada grupo durante el proceso
de evaluación y de intervención (Gallardo et al., 1995).
Referencia bibliográfica
Carro, S. (2012). El mutismo selectivo en el aula
de primaria. Propuesta de intervención. Vizcaya.
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