Los delirios son
creencias fijas que no son susceptibles de cambio a la luz de las pruebas en
contra.
Su contenido puede incluir varios temas:
Delirios persecutorios:
creencia de que uno va a ser perjudicado, acosado...por un individuo,
organización o grupo
Delirios referenciales:
creencia de que ciertos gestos, comentarios, señales del medio ambiente...se
dirigen a uno.
Delirios de grandeza:
cuando el sujeto cree que él o ella tiene habilidades, riqueza o fama
excepcionales
Delirios erotomaníacos:
cuando el individuo cree erróneamente que otra persona está enamorada de él o
ella
Delirios nihilistas:
suponen la convicción de que sucederá una gran catástrofe.
Delirios somáticos:
se centran en preocupaciones referentes a la salud y al funcionamiento de los
órganos.
Los delirios pueden ser considerados:
Delirios extravagantes:
son claramente inverosímiles, incomprensibles y no proceden de experiencias de
la vida corriente. Generalmente se consideran extravagantes los delirios que
expresan una pérdida de control sobre la mente o el cuerpo; esto incluye la
creencia de que los propios pensamientos han sido robados por una fuerza
externa (robo de pensamiento), que se le han insertado pensamientos ajenos en
la propia mente (inserción de pensamiento) o que existe una fuerza externa que
está manipulando o influyendo en el propio cuerpo o la propia mente (delirios
de control)
Delirios no
extravagantes: un ejemplo podría ser la creencia de que uno está
siendo vigilado por la policía a pesar de la ausencia de pruebas convincentes.
La distinción entre un delirio y una creencia firme es a
veces difícil de realizar. En parte depende del grado de convicción con el que
se mantiene la creencia a pesar de las pruebas claras y razonables en contra de
su veracidad.
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