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Psicóloga Vecindario TERAPIA DE ESQUEMAS: MODOS





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MODOS EN LA TERAPIA CENTRADA EN ESQUEMAS


El concepto de modo se originó en los trabajos que realizó el grupo de Young con pacientes con trastorno límite de la personalidad. Este tipo de pacientes presenta tal cantidad de esquemas disfuncionales tempranos y de respuestas de afrontamiento que era difícil para el terapeuta y para el paciente trabajar con todos. Es decir, este tipo de pacientes pueden, en un momento determinado, estar tristes, en otro enfadados, en otros comportarse de forma impulsiva, evitativa, etc. De manera que el concepto de modo se originó para poder explicar estos estados tan cambiantes. Los pacientes con un trastorno límite van a manifestar, pues, los cuatro modos principales, cambiando de uno a otro muy rápidamente.

Los 10 modos principales agrupados en 4 categorías

Modos del niño

·         El niño vulnerable es el niño abandonado, abusado, deprivado o rechazado          

·         El niño enfadado es el niño que no logra sus necesidades emocionales y reacciona con rabia.

·         El niño impulsivo/no disciplinado expresa emociones y actúa según sus deseos, sin pensar en las consecuencias.

·         El niño feliz es aquel que logra sus necesidades emocionales básicas.

Modos disfuncionales de afrontamiento

·         El que se rinde es el niño pasivo, desamparado que deja que los demás lo controlen.

·         El protector separado es propio del que evita el dolor psicológico del esquema mediante el abuso de substancias, evitando a la gente, o utilizando a los demás para escapar.

·         El sobrecompensador lucha o devuelve los golpes tratando mal a los demás o comportándose de formas extremas para invalidar el esquema.

Modos paternos disfuncionales

·         El padre castigador: el paciente internaliza al padre, por lo que castiga uno de sus modos infantiles por ser “malo”.

·         El padre exigente empuja y presiona al niño para que alcance estándares muy elevados.

El adulto sano

·         Es el modo que se intenta conseguir con la terapia, enseñando al paciente a moderar, apoyar o curar a los otros modos.

Los modos se refieren, por tanto, a las partes del sí mismo que lo componen habitualmente, incorporando esquemas específicos y estilos de afrontamiento que no han sido integrados, consistentemente, en una personalidad estable. Los modos están compuestos de pensamientos, emociones y conductas relacionados. Los modos son temporales y se activan normalmente mediante algún tipo de estresor. Los individuos pueden cambiar de modo rápidamente o puede predominar uno de ellos. El modo específico que se experimenta puede reflejar aspectos del estresor. Por ejemplo, en el trabajo, el narcisista puede ir al modo de sí mismo engrandecedor alentándose a actuar con autoridad y arrogancia. Sin embargo, esos mismos individuos pueden cambiar al modo de niño solitario en el contexto de una relación romántica si son rechazados en sus intentos para buscar atención y afecto. Por tanto, el contexto ayuda a determinar qué modo exhibirá el individuo.

Algunos grupos de esquemas o de respuestas de afrontamiento se activan conjuntamente. Por ejemplo, en el modo del niño vulnerable el afecto supone un niño desamparado, frágil, triste, etc. En este modo los esquemas que se activan son, por ejemplo, los de deprivación emocional, abandono y vulnerabilidad. Mientras que, por ejemplo, en el modo de protector separado, hay una ausencia de emoción junto a niveles elevados de evitación. Vemos con ello como algunos modos se componen, ante todo, de esquemas, y otros de respuestas de afrontamiento.

En relación a la categoría de los modos del niño, el modelo asume que estos modos son innatos y universales, es decir, todos los niños nacen con el potencial para manifestarlos, es decir, para sentirse un niño vulnerable, por ejemplo, o un niño encolerizado. El niño vulnerable es el modelo que usualmente experimenta la mayor parte de los esquemas centrales, es el modo del niño abandonado, del niño que se ha abusado, del niño deprivado o del niño rechazado. El niño encolerizado es la parte del niño que está enfadada porque no ha logrado sus necesidades emocionales y actúa con cólera hacia los demás sin anticipar las consecuencias. El niño impulsivo o poco disciplinado expresa emociones, actúa en función de sus deseos y sigue sus inclinaciones naturales, momento a momento, de una forma inconsecuente, sin tener en consideración las posibles consecuencias para él mismo o para los demás. El niño feliz es aquél que logra sus necesidades emocionales tempranas.

Young ha identificado 3 modos de afrontamiento disfuncionales:

El aquiescente que se rinde, el protector separado y el sobrecompensador.

Por el momento, han identificado 2 modos disfuncionales paternos: el punitivo y el exigente. En estos modos el paciente se convierte en el padre que ha internalizado. El padre castigador castiga al niño por ser malo, y el padre exigente empuja y presiona al niño, continuamente, para que logre estándares excesivamente elevados.

El décimo y último modo que plantea el modelo es el del adulto sano. Este es, lógicamente, el modelo que intente conseguir en terapia, enseñando al paciente a que modere o cure los otros modos disfuncionales.



Referencia bibliográfica

Rodriguez, E. (2009). La terapia centrada en esquemas de Jeffrey Young.


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