El
maltrato doméstico es un fenómeno que ha crecido a un ritmo más rápido incluso
que los accidentes de coche, las agresiones sexuales y los robos. En realidad, la familia es el foco de
violencia más destacado de nuestra sociedad.
El
hogar que en principio debería ser un lugar de cariño, compañía mutua y de
satisfacción de necesidades básicas para el ser humano puede ser un sitio de
riesgo para las conductas violentas.
La
familia como institución cerrada constituye un caldo de cultivo para las
agresiones repetidas y prolongadas. Las víctimas de maltrato
doméstico pueden sentirse incapaces
de escapar del control de los agresores al estar sujetas a ellos por:
·
La fuerza física
·
La dependencia emocional
·
El aislamiento social
·
Vínculos económicos, legales o sociales.
Las
mujeres al menos la mayoría de los casos, cuando son
víctimas de actos violentos, suelen sufrirlos en el hogar y a manos de su pareja (a los que hay que sumar los casos
de hijos adolescentes que cada vez son más frecuentes). Sin embargo, cuando
un hombre sufre una
agresión, ésta tiene lugar habitualmente en
la calle y suele estar asociada a un robo, una pelea, un ajuste de cuentas o un
problema de celos. En este sentido, se podría decir que las diferencias de
sexo condicionan el tipo de violencia experimentada.
La
conducta violenta en casa supone
un intento de control de la relación y
es reflejo de una situación de abuso de poder. Resulta, por ello,
explicable que el maltrato lo protagonicen los hombres y se cebe en las
mujeres, los niños y los ancianos, que son los sujetos más vulnerables en el
seno del hogar (Corsi, 1994).
¿En qué se
diferencia una pareja sana de una pareja violenta?
Las
desavenencias conyugales no son sinónimo de violencia. Los conflictos en sí mismo no son negativos y son consustanciales a
cualquier relación de pareja.
Lo
que diferencia a una pareja sana de una
pareja violenta es que la primera utiliza formas
adecuadas de solución de problemas, mientras que la pareja violenta recurre a la
violencia como la forma más rápida y efectiva de zanjar provisionalmente un
problema. Se trata en este caso de una herida cerrada en falso.
En el Centro Beatriz ayudamos a las familias ante situaciones
de divorcios, separaciones, solución de conflictos, problemas de pareja,
problemas adolescentes (rebeldía, agresión, conductas disruptivas, adicciones,
problemas de identidad...
Referencia bibliográfica
Echeburúa, E. (2015). Manual de violencia familiar.
España: Siglo XXI.
María Jesús Suárez Duque
Psicóloga y educadora social
Centro Beatriz. Apoyo emocional, educativo
e integración social
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