EL SUFRIMIENTO HUMANO ES UNIVERSAL
Tal vez estás sufriendo por culpa de una depresión crónica o de un trastorno de ansiedad; quizás tu lucha con la adicción a las drogas o al alcohol te ha estado costando la vida misma en el inútil intento de atenuar tu dolor o puede que tu relación se tambalee o que tú te estés preguntando si tu vida tiene sentido. Puede que hayas estado en una y otra terapia, intentando hacerte con el control de tu torbellino interno. O tal vez seas uno de esos millones que se sienten bloqueados –no vitales y comprometidos con la vida sino distantes, apagados, embotados o sobrepasados–.
El sufrimiento humano es universal, la mayoría de la gente a diario parece tenerlo todo, parecen felices, se les ve satisfechos con su vida. Sin embargo, esas personas al igual que tú sufren dolor. Todos los seres humanos, si han vivido lo suficiente, han experimentado o experimentarán más adelante, la desgracia de la pérdida de alguien a quien aman. Cada persona concreta ha experimentado o experimentará dolor físico. Todo el mundo ha sentido tristeza, vergüenza, ansiedad, miedo y pérdidas. Todos tenemos recuerdos que nos resultan embarazosos, humillantes o vergonzosos. Todos llevamos ocultos, en el interior, secretos dolorosos. Nos esforzamos en mostrar caras radiantes, felices, simulando que todo va bien y que nuestra vida es inmejorable. El hecho de ser humano implica sentir dolor.
Con solo dieciséis meses o incluso antes, los niños aprenden que, si un objeto tiene un nombre, ese nombre representa al objeto mismo (Lipkens, Hayes y Hayes 1993) El simple hecho de decir una palabra evoca el objeto que es nombrado.
Por ejemplo, al pensar en la cosa más vergonzosa que hayamos hecho, al leer la frase experimentamos sentimientos de miedo o de resistencia. Sin embargo, si la leemos de forma detenida, probablemente sentiremos vergüenza.
La etimología de “símbolo” significa “considerar como igual” y debido a que tú reaccionas frente a la tinta de este papel simbólicamente, las palabras que simplemente estás leyendo, consiguen provocarte una reacción; quizás te recuerden algún acontecimiento vergonzoso de tu pasado.
La situación es incluso peor de lo que parece. No solo no podemos evitar el dolor apartándonos de las situaciones dolorosas, sino que incluso las
situaciones placenteras nos pueden evocar sufrimiento. Suponte que alguien muy querido ha muerto recientemente y, hoy mismo, estás contemplando una de las puestas de sol más hermosas que hayas visto en tu vida. ¿Qué pensarías?
Para los seres humanos, evitar las claves situacionales del dolor emocional no tiene muchas probabilidades de éxito a la hora de suprimir los sentimientos negativos porque lo único que se necesita para activarlos en la mente es una clave arbitraria que evoque las relaciones verbales adecuadas.
El ejemplo de la puesta de sol demuestra el proceso: Una puesta de sol pude evocar toda una historia verbal; es “hermosa” y las cosas hermosas son cosas que uno desea compartir con otros. Ahora bien, no puedes compartir esta puesta de sol con tu amigo ausente y ahí estás tú, sintiéndote hundido en el preciso instante en que estás contemplando algo hermoso.
El problema es que las claves con capacidad de evocar relaciones verbales pueden ser prácticamente cualquier cosa: la tinta sobre el papel que conforma la palabra “vergüenza” o una puesta de sol que te recuerda una pérdida reciente. Actuando a la desesperada, los humanos intentamos llevar a cabo una acción, en apariencia, muy lógica: empezamos por intentar evitar el dolor mismo.
Desgraciadamente, algunos métodos para evitar el dolor resultan patológicos en sí mismos. Por ejemplo, la disociación o la utilización de drogas ilegales puede reducir el dolor temporalmente pero el dolor regresará con más fuerza que antes y conseguirá provocar aún mayor daño. La negación y el embotamientoreducirán el dolor, pero pronto causarán más dolor aún que el que han evitado.
La posibilidad constante de dolor psíquico es una carga amenazadora a la que todos tenemos que enfrentarnos. Todo esto no significa que tengamos que resignarnos a caminar penosamente, cargando con el sufrimiento a lo largo de toda tu vida. Dolor y sufrimiento son dos cosas muy distintas. Debemos enfocarnos en cambiar la relación con el dolor.
La raíz de la palabra “sufrimiento” es la palabra latina ferre que significa “soportar o llevar” (la palabra inglesa “ferry” proviene de la misma raíz). En otras palabras, el sufrimiento no solo implica tener algo que llevar; también implica moverse, continuar. La palabra “sufrimiento” conlleva la idea de que hay un peso que no estás dispuesto a llevar o que eres incapaz de llevar, tal vez porque te parece “demasiado pesado”, “demasiado desagradable” o porque crees que está “fuera de tu alcance”. Esta connotación se refiere a algo más que el mero dolor; de hecho, proporciona un modo diferente de tratar el problema del dolor.
Bibliografía
Hayes, S. C. (2013). Sal de tu mente, entra en tu vida. La nueva terapia de aceptación y compromiso. Bilbao: Desclée de Brouwer.
María Jesús Suárez Duque
Psicóloga infantil, adolescentes, adultos y mayores
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