Las relaciones
íntimas con otras personas son quizás las experiencias más intensas de nuestras
vidas.
De manera
habitual, y fundamentalmente en Occidente
el concepto amor, se interpreta como
un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de actitudes,
emociones
y experiencias..
También puede describirse como acciones dirigidas hacia otros y basadas en la
compasión, o bien como acciones dirigidas hacia otros (o hacia uno mismo) y basadas
en el afecto.
El término afecto
como sugieren algunos teóricos quizás debemos usarlo para referirnos a
cualquier experiencia que incluya un componente evaluativo:
doloroso/placentero, atractivo/repulsivo, agradable/desagradable, bueno/malo,
estimulante/deprimente, o activador/desactivador. Las sensaciones de dolor y
placer, los deseos y las emociones y sentimientos son tipos de afectos. Cuando,
por ejemplo, le duelen las muelas, su experiencia es dolorosa y desagradable,
cuando anhela el aprobado en una asignatura se siente especialmente activado, o
cuando le regalan un coche se siente dichoso. En estos casos, puesto que
implícita o explícitamente se trata de vivencias evaluadoras, estaría
experimentando afectos.
Por otro lado, la diferencia entre estado de
ánimo y emoción se podría establecer a partir del perfil que ofrezcan las
dimensiones de diferenciación, intensidad y duración. Una emoción sería el estado mental o un proceso usualmente generado por
un evento externo. Tiene un inicio definido, aumenta hasta uno o más picos de
intensidad y declina. Su intensidad se puede medir conductual, fisiológicamente
o mediante autoinforme verbal. Su duración es más bien reducida, aunque
dependiendo que usemos datos expresivos, fisiológicos o verbales dicha duración
puede oscilar desde segundos hasta minutos u horas. Este conocimiento es útil
para que los sujetos puedan analizar sus emociones mediante: (a) recordar la
última vez que sintió tristeza, alegría o ira, (b) qué ocurrió, (c) si fue
intensa su experiencia, (d) si duró mucho, De esta manera, el sujeto puede
darse cuenta de que puede llegar a identificar la situación que le llevó a
sentir alguna de esas emociones y que las experimentó mientras permaneció en
ella o persistieron las circunstancias, pero que no mucho tiempo más. Además,
posiblemente le resulte fácil acordarse de la relativa conmoción corporal que
se percibió.
En
relación con los estados de ánimo,
sin embargo, es difícil establecer un inicio o fin claro, su intensidad suele
ser más reducida, y su duración más prologada. Habitualmente se argumenta que
factores como el sueño, la alimentación, el cansancio, los cambios de estación
climatológica, los cambios en los ciclos hormonales, y las consecuencias de las
propias emociones intensas o de una enfermedad median los estados de ánimo,
pero la manera específica en que lo hacen no es muy precisa.
Fenómenos emocionales según su curso temporal
(Adaptado de Oatley y Jenkins, 1996).
·
Expresiones faciales y cambios fisiológicos.
Segundos
·
Emociones-auto informadas. Minutos, horas
·
Estado de ánimo. Horas, días, semanas
·
Trastornos mentales. Semanas, meses
·
Rasgos de personalidad. Años, toda la vida
Las razones de por qué nos sentimos profundamente atraídos
por algunas personas y por qué no podemos tolerar a otras son diversas.
Atendiendo al Principio del refuerzo: nos agradan aquellos que nos recompensan
y, nos desagradan aquellos que nos castigan. Una interacción muy agradable y
significativa, fortalece y profundiza las relaciones entre las partes. Es
importante respetar los sentimientos de las otras personas hacia nosotros. Sólo
podemos controlar lo que nosotros sentimos y decimos.
Creencias negativas:
·
Expresar amor y agrado es arriesgado porque la
otra persona puede no sentir lo mismo.
·
El/ella debería saber cómo me siento en estos
momentos, ¿Por qué tengo que decírselo?
·
La falta de expresión de agrado o amor hace
creer y sentir a las personas: 1) olvidada, 2) no apreciada, 3) causa
debilitamiento a la relación
La función adaptativa
de las emociones
Funciones
que cumplen las emociones.
1. Adaptativa. Preparar al organismo para la acción
Darwin argumentó que la emoción sirve para facilitar la conducta apropiada a cada
situación, lo cual confiere un papel de extraordinaria relevancia en la
adaptación. La función más importante de la emoción es precisamente la de
preparar al organismo par que ejecute eficazmente una conducta exigida por las
condiciones ambientales, que movilice la energía necesaria para ello y que
dirija la conducta a un objetivo determinado. Esto estaría especialmente
delimitado en el caso de las emociones primarias, cuyas funciones son:
En el caso de la emoción de sorpresa, su principal función
adaptativa es la exploración, que sirve entre otras cosas para
·
Facilitar la aparición de la reacción emocional
y comportamental apropiada ante situaciones nuevas. Para lo cual, elimina la
actividad residual en el sistema nervioso central que pueda interferir con la
reacción apropiada ante las nuevas exigencias de la situación sorpresiva.
·
Facilitar la dirección de los procesos
atencionales, focalizándolos y promoviendo conductas de exploración, curiosidad
e interés por la situación novedosa.
·
Reclutar recursos y dirigir los procesos
cognitivos a la situación novedosa que se ha presentado.
En el caso de la emoción de asco, su función adaptativa fundamental
es la de rechazo, y sirve para:
·
Producir respuestas de escape o evitación ante
estímulos desagradables o que son potencialmente dañinos para la salud.
·
Potenciar el desarrollo de hábitos saludables,
higiénicos y, por lo tanto, altamente adaptativos
En el caso de la emoción de alegría, su función es la de
afiliación, que entre otros objetivos sirve para:
·
Incrementar la capacidad para disfrutar de
diferentes aspectos de la vida
·
Generar actitudes positivas tanto hacia uno
mismo, como hacia los demás; lo cual, a su vez, favorece la aparición de
altruismo y la empatía.
·
Establecer nexos de unión entre las personas y
favorecer las relaciones interpersonales
·
Dotar a la persona de sensaciones de
vigorosidad, competencia, trascendencia y libertad.
·
Favorecer los procesos cognitivos, de
aprendizaje y memoria, aumentando la curiosidad y la flexibilidad mental.
En el caso de la emoción de miedo, su función primordial es la de
protección y sirve para:
·
Facilitar la aparición de respuestas de escape
o evitación ante situaciones peligrosas.
·
Focaliza la atención casi exclusivamente en el
estímulo temido, facilitando de este modo que el organismo reaccione
rápidamente ante el mismo.
·
Movilizar una gran cantidad de energía, lo que
permitirá ejecutar respuestas de una manera mucho más intensa y rápida, que
como lo haríamos en condiciones habituales.
En el caso de la emoción de ira, la función fundamentas es la de
autodefensa, aunque puede llegar a la autodestrucción, sirve para.
·
La movilización de energía necesaria en las
reacciones de autodefensa o de ataque.
·
La eliminación de obstáculos que impiden la
consecución de los objetivos y metas deseadas, y cuya, obstrucción genera
frustración.
No siempre tiene que concluir en agresión
-verbal o física-, ya que una de las funciones adaptativas es precisamente
intentar inhibir las reacciones indeseables de otras personas y evitar así la
situación de confrontación.
En el caso de la emoción de tristeza, que es la emoción básica en
la que habitualmente es más difícil ver su función adaptativa, ésta es la de
reintegración, que sirve para:
·
Aumentar la cohesión con otras personas, de
manera especialmente marcada con aquéllas que se encuentran en la misma
situación.
·
La reducción del ritmo de actividad general del
organismo, potenciando de esta manera la posibilidad de valorar otros aspectos
de la vida, a los cuales antes de aparecer la respuesta emocional no se les
prestaba atención.
·
Reclamar la ayuda de otras personas, mediante
la comunicación a los demás de que no se encuentra bien. Así mismo, sirve para
apaciguar las reacciones de agresión por parte de otros.
·
Fomenta la aparición de empatía y otros
comportamientos altruistas.
2. Función social. Comunican nuestro estado de ánimo.
La función social de las emociones, que se basa en la
expresión de las mismas, permite a las demás personas predecir el
comportamiento que vamos a desarrollar y a nosotros el suyo, lo que tiene un
indudable valor en los procesos de relación interpersonal. La expresión de las
emociones puede considerarse, por lo tanto, como una serie de estímulos
discriminativos que facilitan la relación de conductas sociales, de ahí la
necesidad de incluir las emociones en el entrenamiento de las habilidades
sociales.
Estas funciones se cumplen mediante varios sistemas de
comunicación diferentes: la comunicación verbal, o información a los demás de
nuestros sentimientos, la comunicación artística y la comunicación no verbal. Esta
última tiene una importancia ya que, al menos las emociones primarias, tienen
un patrón específico y universal para la comunicación, configurado por la
postura corporal, la expresión facial, y la prosodia del lenguaje, es decir, el
tono emocional del habla.
Dentro de esta función social, se destacan varias
subfunciones (Izard, 1989):
·
La de facilitar la interacción social
·
La de controlar la conducta con los demás
·
La de permitir la comunicación de los estados
afectivos
·
La de promover la conducta prosocial
Incluso la falta de comunicación o represión de las emociones
también puede cumplir una función social. En muchas situaciones sociales es
necesaria la inhibición de la manifestación de las emociones ya que en caso de
no hacerse podrían alterarse seriamente las relaciones sociales y afectar al
funcionamiento de grupos. Aunque de forma general la inhibición emocional
produce malos entendidos y reacciones indeseables, que no se hubiera producido
en el caso de que los demás hubieran conocido el estado emocional en el que se
encontraba (Pennebaker, 1993).
3. Función motivacional. Facilitan las conductas
motivadas.
El efecto motivacional de las emociones no se
limita al hecho de que en toda conducta motivada se produzcan reacciones
emocionales, sino que una emoción puede determinar la aparición de la propia
conducta motivada, dirigirla hacia determinada meta y hacer que se ajuste con
un cierto grado de intensidad. Así pues, la conducta motivada produce una
reacción emocional y, a su vez, la emoción facilita la aparición de conductas
motivadas.
Las emociones, aunque aún motivan el
comportamiento humano, tienen su aportación más importante en la posibilidad de
“desacoplar” la motivación de la percepción del estímulo, para hacer de esta
manera posible su reconsideración. Por ejemplo, el miedo crea una tendencia
para escapar, pero una persona rápidamente puede darse cuenta de que la amenaza
va dirigida a otra persona -reinterpretación del acontecimiento- o que una
postura agresiva intimidará al asaltante -reinterpretación de alternativas de
respuesta-. De esa manera las emociones permiten flexibilizar tanto la
interpretación de los acontecimientos, como la elección de la respuesta más
adecuada.
De esta manera, las emociones se constituyen
en el primer sistema motivacional para la conducta humana, ya que juegan un
papel crítico en la energización de la conducta motivada, y en los procesos de
percepción, razonamiento y acción motivadora (Izard y Ackerman, 2000).
De hecho, las principales emociones dibujan lo
que son los dos grandes ejes de regulación del comportamiento: la aproximación
y la evitación.
Terapia conductual
Todos
deseamos sentirnos apreciados y se parte de un grupo. Aunque se esperan
desacuerdos y conflictos dentro del aula, es necesario establecer un lugar
amistoso y agradable para todos y crear una buena relación también con la
maestra/o.
En primer lugar, es necesario establecer
normas y reglas claras para que todos puedan comportarse de manera respetuosa y
considerada hacia los demás.
Formas de expresar el amor,
afecto y agrado dentro y fuera de la clase:
·
Con palabras
·
Autorrevelación; expresar nuestras intimidades
·
Evidencia no material: apoyo emocional y moral,
mostrar interés y también respetar las opiniones de los demás.
·
Sentirse más feliz y relajado en presencia de
los demás.
·
De forma material: hacer regalos y tareas
físicas.
·
Abrazar, expresando el amor físicamente
·
Tolerar lo que no te agrada de los demás.
Ejemplos:
- Pedir a los niños que participen y expresen sus opiniones de la clase (estilo de trabajo, tareas...)
- Recompensarlos cuando logren algún objetivo
- Conocer más a los niños; pedirles como tarea escribir su biografía, luego comentar sobre los datos más interesantes.
Demostrar que estamos ahí, que en los momentos donde necesitan ayuda y apoyo emocional, estamos dispuestos a escuchar.
Bibliografía
Fernández, E., García, B., Jiménez, M. P., Martín, M.
D., & Domínguez, F. J. (2011). Psicología de la Emoción. Madrid:
Universitaria Ramón Areces.
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