Hace referencia a la integración o
combinación de la información disponible en un esquema coherente denominado
modelo situacional. El niño debe ser capaz de construir una representación
mental de la situación concreta que responda al problema matemático. Se trata
de disponer juntos los enunciados del problema, de modo que constituyan una
representación coherente, un modelo situacional.
Para integrar la información de un
problema se debe tener algún conocimiento sobre tipos de problemas, es decir,
conocimiento esquemático. Este conocimiento nos ayuda a comprender cómo integrar
los enunciados.
Investigación sobre la integración de problemas
1)
Los buenos solucionadores de problemas
matemáticos necesitan contar con conocimientos sobre las categorías de
problemas (o esquemas). Muchos de los errores en la integración del problema tienen
lugar cuando las personas emplean el esquema equivocado para determinar que
información es la necesaria (Hayes y cols, 1977).
2)
La probabilidad de que un alumno recuerde
correctamente un problema tiene una estrecha relación con la frecuencia con la
que este tipo de problemas aparece en las manuales de matemáticas. Según parece
los alumnos poseen esquemas para algunos
de los tipos de problemas más frecuentes. Cuando se propone a los alumnos
un problema para el que no cuentan con un esquema adecuado, se dificulta la
representación del problema.
3)
Los alumnos con experiencia en solución de
problemas muestran mayores probabilidades de centrarse en los aspectos estructurales de los
problemas, como el principio o la relación subyacente, mientras que los alumnos
sin experiencia se centran con más probabilidad en los aspectos superficiales como los objetos descritos en el problema.
Al parecer, la experiencia en un dominio matemático (estadística...) puede
ayudar a los alumnos a cambiar el modo como organizan su conocimiento
esquemático relativo a los tipos de problemas. P.ej., Se ha encontrado
diferencias al clasificar 12 problemas de estadística basadas en su semejanza:
un alumno con experiencia en estadística tiende a agrupar los problemas
basándose en sus rasgos estructurales (naturaleza de las variables, cuántos
grupos hay...) mientras que los alumnos sin experiencia en estadística se basan
en los rasgos superficiales (objetos que se describen...)
Al parecer, aprender a resolver correctamente problemas depende del desarrollo de
esquemas útiles para los distintos tipos de problemas.
4)
Greeno y cols., identificaron tres tipos de
problemas aritméticos:
a)
Problemas de causa/cambio.
Ej.: Joel tiene 2 canicas. Iker le da
otras 4 canicas. ¿Cuántas tiene Joel?
b)
Problemas de combinación.
Ej.: Joel tiene 2 canicas. Tom tiene 4
canicas. ¿Cuántas tienen entre los dos?
c)
Problemas de comparación.
Ej.: Joel tiene 2 canicas. Tom tiene 4 más
que Joel. ¿Cuántas tiene Tom?
Los 3 problemas sugieren los mismos cálculos (2+4= 6) pero difieren en
dificultad.
·
Niños de 5 años de educación infantil son
capaces de resolver los de causa/cambio
·
Niños de educación infantil como los de 1º de
primaria tienen problemas para resolver los de combinación y comparación,
mientras que los de 2º y 3º de primaria los resuelven sin dificultad.
Se puede interpretar como que los
niños de menor edad poseen tan solo un esquema, el causal/cambio. Por el
contrario, los niños de más edad parecen haber desarrollado esquemas diferentes
para los distintos tipos de problemas, es decir, han incorporado los esquemas
de comparación y combinación.
Por tanto, muchos de los errores a
la hora de resolver problemas matemáticos suceden porque los alumnos carecen de
las habilidades de cálculo adecuadas.
5)
Mayer y cols. (1987) encontraron que muchos de
los errores en la solución de problemas se deben a procesos de integración
superficiales al emplear palabras clave de los problemas para determinar qué
operaciones matemáticas hay que realizar. Se cometen muchos errores en los
problemas incongruentes al centrarse en la palabra clave que conduce a una
respuesta errónea, pero casi ningún error en los problemas congruentes cuando
se centran sobre palabras clave que conducen a la respuesta correcta.
Los alumnos que fracasan a la hora de
solucionar problemas intentan realizar una traducción directa mediante la que
seleccionan números del enunciado del problema y emplean las palabras clave
para determinar qué operaciones aritméticas realizar. Por el contrario, los
alumnos que resuelven el problema con éxito emplean un modelo situacional,
mediante el cual construyen un modelo mental de la situación que se describe en
el enunciado del problema, integrando las frases.
6)
Hegarty y cols. (1995) encontraron que los
alumnos que fracasan tienden a releer los números y palabras clave mucho más
frecuente que los que logran resolver el problema. En cambio, los que tienen
éxito tienden a releer más frecuentemente los nombres de las variables y otras
palabras del enunciado, en lugar de los números. Por tanto, los primeros
utilizan una traducción directa y los últimos un modelo del problema.
¿Cómo enseñar a los alumnos habilidades de integración de problemas?
Los alumnos
deben determinar cuál es la información
irrelevante e ignorarla, y en caso de que el enunciado carezca de información
esencial, darse cuenta de que el problema no se puede resolver. Para ello,
necesitan construir una representación integrada del problema.
La conciencia estructural es una
habilidad que puede aprenderse. Los datos de investigaciones prueban que los
errores tienen lugar cuando los alumnos carecen de esquemas o aplican esquemas
errados para organizar las palabras.
¿Cómo
se puede proporcionar instrucción sobre los esquemas?
Se ha comprobado que organizar los
problemas de práctica de modo que todos los problemas de una página se
resuelvan aplicando el mismo procedimiento no aporta a los alumnos práctica en
el reconocimiento de los distintos tipos de problemas. Una mayor mezcla de
problemas podría animar a los alumnos a aprender cómo diferenciar entre los
distintos tipos de problemas.
Algunas
técnicas para ayudar a los alumnos a aprender tipos de problemas:
·
Dibujar un diagrama integrado del problema
·
Clasificar problemas por categorías
·
Determinar qué información es irrelevante
Referencia bibliográfica
Mayer, R. E. (2010). Aprendizaje e instrucción.
Madrid: Alianza Editorial.
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