La actuación se centra en primer
lugar en la detección temprana para
posteriormente llevar a cabo la intervención
socioeducativa más adecuada según las necesidades específicas de cada
sujeto. Desde los primeros indicios de sospecha de un TDAH, actuamos de forma
reflexiva respecto a:
§ Informar
a los padres debido a la importancia
que tiene el momento y el modo de informar a los padres de un niño con TDAH de
que en gran parte de los casos la etiología es genética. Muchos padres
reconocen sin problemas tener o haber tenido durante la infancia síntomas
parecidos a los de su hijo, pero se consideran individuos adaptados por lo que
ese hecho no les infunde demasiado temor. Sin embargo, es menos frecuente que
los padres planteen la posibilidad de tener más de un hijo con TDAH y disponer
de esa información de forma temprana puede ser un estresor importante si los
padres están todavía asumiendo el diagnóstico de uno de sus hijos, cuando
perciben con temor el futuro que les espera o cuando todavía no se han
organizado para afrontar debidamente los requerimientos de su intervención. Y
teniendo en cuenta que la crianza de un niño con TDAH aumenta exponencialmente
la posibilidad de que las madres padezcan depresión, llegado el momento de
informar el especialista debe hacer especial hincapié que en el caso de un
segundo hijo con TDAH, la detección temprana hará más fáciles las cosas para
todos, que este nuevo diagnóstico no irá acompañado de angustia, desesperación
y estrés del primero y que el esfuerzo que han realizado en su formación como
educadores, en la optimización de la organización familiar y en la búsqueda de
recursos y apoyos favorecerá que su trastorno evolucione más positivamente.
§ Tener
en cuenta que los hermanos pueden
presentar perfiles de TDAH diferentes y estar alerta sobre la posibilidad de
que el hermano con una problemática más discreta pueda pasar desapercibido a la
sombra de su hermano más problemático.
§ Respecto
al diagnóstico, es importante rastrear
en los antecedentes familiares, perfiles acordes con un posible TDAH.
§ Respecto
a la intervención hay que tener en
cuenta en el diseño de la intervención, el hecho de que sus progenitores
muestren un perfil de TDAH. La educación requiere organización y sistematicidad
en el día a día, algo que puede requerir un entrenamiento y apoyo especial.
Los estudios realizados con diferentes modalidades de intervención
en los niños con TDAH nos permiten deducir que el pronóstico de los niños depende de la gravedad inicial del trastorno
y se modula con la intervención siento ésta más efectiva cuando más individual sea. Por ello, consideramos que:
1.
La intervención psicoeducativa en el TDAH debe comenzar desde el mismo momento en el
que se detectan que su sintomatología comienza a crear problemas de adaptación que
no se reconducen con las medidas educativas habituales en el maco familiar y/o
escolar, independientemente de si dicha sintomatología y la situación del niño
puedan justificar el diagnóstico de TDAH definitivo, si está en proceso de
evaluación o si el especialista considera que para un diagnóstico diferencial
se requiere tiempo de espera.
2.
El programa de intervención más adecuado
es aquél que resulte de un estudio
personalizado y que no sólo esté adaptado al perfil cognitivo, social,
emocional y académico del niño o adolescente, sino que tenga en cuenta también el marco familiar y escolar.
3.
La intervención en el TDAH debe implicar todos los ámbitos del desarrollo del individuo
(comportamental, cognitivo, social, emocional y académico) estudiando en cada
caso cuál o cuáles son prioritarios.
4.
La intervención en el TDAH debe contemplar tres ámbitos: el niño, la familia y la escuela
aprovechando los recursos de cada medio y diseñando una acción conjunta que
permita una mejor evolución.
Objetivos y principios
básicos de intervención
Nuestro objetivo general al
plantear la intervención en los niños con TDAH será conseguir que los síntomas
que en la infancia o adolescencia de un individuo se consideran una patología
por el grado de desajuste y desadaptación que generan, llegada la edad adulta y
conseguido un ajuste normalizado, se consideren meros “rasgos de personalidad”.
Para lograr dichos
objetivos contemplamos, siguiendo las directrices de Orjales (2011):
1.
Un
tratamiento dirigido a amortiguar la sintomatología básica del trastorno.
Esto supone el diseño de
programas de estimulación psicoeducativa
de la disfunción ejecutiva y el desarrollo
de mecanismos de compensación de los déficits que se resisten a la
intervención.
2.
La
intervención dirigida a la prevención
y al tratamiento de la sintomatología secundaria al propio trastorno.
El impacto negativo que tiene el TDAH sobre el
desarrollo general del individuo ha sido descrito como el “efecto de bola de
nieve del TDAH” (Orjales, 1999) debido al poder potencial de deterioro que
tiene sobre la conducta, las relaciones sociales, el aprendizaje y el
rendimiento académico o laboral y el deterioro emocional (con descenso de la
autoestima, la capacidad de tolerar la frustración y el esfuerzo).
3.
El
tratamiento de los trastornos comórbidos, si se detectasen
La intervención debe
contemplar los siguientes objetivos:
1)
Adaptar
la exigencia y las medidas educativas en casa y en el colegio a las
características del niño en cada momento de su vida y lugar.
2)
Estimulación
del funcionamiento ejecutivo con entrenamiento específico
de las áreas afectadas. Se trata de conseguir la autonomía y autorregulación
del propio niño, por lo tanto y dependiendo de la edad y características de
cada niño se partirá, en un principio, del entrenamiento directo de habilidades
básicas hasta el momento en el que se pueda iniciar el entrenamiento en
habilidades metacognitivas.
3)
Ayudar
al niño a desarrollar estrategias de compensación que
reduzcan el impacto negativo de su sintomatología básica
4)
Potenciar
en el niño el desarrollo de otras de las habilidades no afectadas de
modo que pueda apoyarse en ellas en el futuro
5)
Prevenir
el desfase escolar que llevaría al fracaso académico y,
posiblemente al abandono de los estudios. Ello supone:
a) Realizar
adaptaciones curriculares no significativas
b) Organizar
clases complementarias cuando fuera necesario
c) Entrenar
en el desarrollo de tareas en las que suelen fracasar con frecuencia los niños
con TDAH como:
·
descifrar instrucciones escritas complejas
·
identificar y comprender verbos principales que
aparecen en el enunciado de los libros de texto o preguntas de examen
·
identificar la idea principal
·
realizar mapas conceptuales
·
entrenamiento en realizar exámenes escritos
·
conseguir un cálculo mental inmediato par
operaciones básicas
·
refuerzo de la ortografía a través de la
memoria visual...
6)
Proporcionar
al niño y a la niña con TDAH estrategias que le permitan conocerse mejor,
aceptarse a sí mismo y desarrollar estrategias positivas de afrontamiento
7)
Evitar
el deterioro emocional y conductual que frecuentemente aparece
secundario a las dificultades que genera el TDAH. En su intento de adaptarse a
las exigencias escolares, familiares y sociales muchos niños con TDAH muestran
·
Baja autoestima
·
Baja tolerancia al estrés
·
Ausencia de espíritu de lucha
·
Sentimiento de indefensión
·
Irritabilidad
·
Sentimiento de culpa
·
Agresividad
El TDAH es uno de los trastornos con más riesgo
de comorbilidad con depresión y ansiedad
8)
Evitar
el deterioro y/o aparición de patologías específicas o comportamientos con
frecuencia secundarios al TDAH como:
·
Trastorno negativista desafiante
·
Trastorno disocial
·
Adicciones de alcohol y otras drogas
·
Accidentes de tráfico
·
Embarazos no deseados
·
Trastornos depresivos o de ansiedad
·
Pérdida recurrente de empleos
·
Fracaso en las relaciones de pareja...
9)
Detectar
de forma temprana síntomas que hagan sospechar de la presencia de otros
trastornos comórbidos con el fin de iniciar lo más pronto posible
los tratamientos necesarios.
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