EL
TRANSFONDO FISIOLÓGICO DE LA DISOCIACIÓN Y LOS ASPECTOS SOMÁTICOS DE LA NO-PERCEPCIÓN
La disociación es un problema tanto psicológico como fisiológico
Los sistemas de
acción evolutivos
Los sistemas de acción, sistemas motivacionales o sistemas operativos emocionales son tendencias innatas que organizan nuestra fisiología, nuestra atención y nuestra conducta, para ayudarnos a sobrevivir y funcionar en la vida cotidiana y defendernos frente a los peligros y las amenazas para la vida. Cada uno de ellos incluyen sus propios circuitos neurales y se organizan en torno a los afectos y necesidades fisiológicas primarios. Incluyen la “memoria” evolutiva respecto de lo que es positivo (a buscar) y lo que es negativo (a evitar). Son los organizadores primarios de las partes disociativas de la personalidad y, como tales, es esencial que aprendamos a reconocerlos y a comprenderlos.
Algunos sistemas de acción:
·
La exploración, de
manera que podamos sentir curiosidad y aprender de nosotros mismos, de los
demás y de nuestro mundo.
·
El apego, de
manera que podamos buscar el contacto y la vinculación, que nos ofrece una
sensación de seguridad y protección
·
Los cuidados, en
respuesta al apego buscado por los demás.
·
La sociabilidad, de
manera que podamos funcionar en grupos, lo que incluye:
o
La colaboración, de
manera que podamos comprendernos, comunicarnos y trabajar en dirección a
alcanzar unos objetivos compartidos.
·
La jerarquización
social o la competitividad, de manera que podamos mantener nuestro
lugar dentro de una jerarquía social en virtud del dominio, la sumisión y la competencia
por hacerse con los recursos.
·
El juego, que
favorece el aprendizaje, la competencia y el contacto con los demás
·
La regulación de la
energía, la capacidad de administrar el descanso adecuado y el consumo
adecuado de alimentos, y de conservar o gastar la energía según las
necesidades, y
·
La sexualidad, de
manera que podamos reproducirnos
También existen sistemas de acción con fines de defensa que organizan nuestra conducta cuando estamos en peligro o bajo una amenaza para la vida.
Todos tenemos una capacidad natural innata de valorar la seguridad, el peligro y las amenazas para la vida, a nivel neural y preconsciente con anterioridad al conocimiento consciente (neurocepción). Los pacientes disociativos o algunas partes de los mismos suelen mostrarse incapaces de valorar con exactitud si están a salvo o en peligro en el momento actual. Es decir, inician una neurocepciones incorrectas. De forma característica, detectan erróneamente peligros y amenazas allí donde no hay ninguno, pero a veces tampoco detectan la amenaza cuando verdaderamente está presente. Esta falta de una percepción muy básica, instintiva, y en su caso equivocada, desemboca en una mayor no-percepción psicológica. Los pacientes no pueden percibir que están a salvo porque sus señales corporales les dicen que todavía están en peligro. No pueden sentir apego seguro que favorezca la integración, lo que mantiene su no percepción. Y a la inversa, los pacientes que son incapaces de valorar cuándo no están a salvo, están tan desconectados de sus señales corporales que no pueden detectar correctamente las indicaciones instintivas de peligro. Estos pacientes suelen ser víctimas de malos tratos y abusos sexuales una y otra vez.
Las funciones
integradoras del apego seguro
Los sistemas de imbricación social hacen referencia a una organización psicobiológica innata que nos ayuda a regularnos, de manera que podamos explorar nuestro mundo y conectar adecuadamente con los demás.
El sistema de imbricación social está activo desde el nacimiento, y constituye nuestro fundamento psicofisiológico para la conducta de exploración y el desarrollo del apego seguro, contribuyendo enormemente a nuestra regulación.
A través de la rama mielinizada del nervio vago, nuestros circuitos neurales se organizan para favorecer conductas que facilitan la exploración, la vinculación y el apego. La rama mielinizada del nervio vago también ayuda a controlar la frecuencia cardíaca y en virtud de ello, nuestro nivel de activación fisiológica (arousal).
El sistema de imbricación social nos ayuda a mantener nuestro estado de calma que promueve el crecimiento, la integración y una sensación de bienestar. Ello es lo que nos permite conectarnos con los demás, lo que nos permite tener la experiencia de la regulación relacional fundamental, que es necesaria para la salud mental.
La activación de los sistemas de acción asociados a la vida cotidiana (la exploración, el apego seguro y el sistema de imbricación social) favorecen la activación de otros sistemas de acción o motivacionales innatos, necesarios para el funcionamiento adaptativo en la vida cotidiana.
Los pacientes que sufren los efectos de una traumatización crónica tienen dificultades con muchas de las funciones de estos sistemas innatos, dado que no han accedido a la integración adecuada. Sus sistemas de acción asociados a la vida cotidiana se ven constantemente interrumpidos cuando irrumpen las defensas frente a la amenaza o el peligro.
Por ejemplo, muchos de los pacientes muestran una falta de curiosidad acerca de ellos mismos o del mundo, porque tienen miedo; y el miedo inhibe la conducta de exploración. Muchos son incapaces de mirar a los ojos y mantener el contacto ocular, que es una importante señal de conexión con los demás. En razón de ello, no son capaces de interpretar las señales que emiten las personas, lo que hace que sea mucho más fácil seguir estancados en la actitud defensiva y la sensación subjetiva de peligro. No pueden o no saben utilizar la regulación relacional para calmarse. Muchos de ellos son incapaces de jugar, divertirse o pasarlo bien, porque se sienten inhibidos por alguna razón, ya sea por vergüenza o por temor. Otros son incapaces de hacer el duelo adecuadamente y permanecer crónicamente estancados en la desesperación, incapaces de hacer uso de las experiencias relacionales positivas para ayudarles a procesar el duelo. Otros se debaten y tienen dificultades con la hipersexualidad o la hiposexualidad, viendo la sexualidad ya sea como una amenaza o como un sucedáneo de la intimidad. Muchos pacientes traumatizados se esfuerzan por mantener un ritmo habitual de comidas, sueño y períodos de descanso. Algunos de ellos presentan una hiperactivación del sistema de acción responsable de los cuidados y de la preocupación solícita por los demás, lo que se conoce como codependencia.
Bibliografía
Van Der Hart, O., Steele, K., & Boon, S. (2018). El
tratamiento de la disociación relacionada con el trauma. Bilbao: Desclée De
Brouwer, S.A.
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