LA NATURALEZA DE LA AUTOESTIMA
Básicamente
hay dos tipos de problemas de la autoestima: situacionales y caracterológicos.
La
baja autoestima
situacional tiende a mostrarse sólo en áreas concretas. Por ejemplo,
una persona puede tener confianza en sí misma como padre, conversador y como pareja
sexual, pero espera fracasar en las situaciones de trabajo. Otra puede sentirse
socialmente inepto, pero considerarse fuerte y capaz en el ámbito profesional.
La baja autoestima situacional es un problema idealmente adecuado para las
técnicas de reestructuración cognitiva. Su núcleo consiste en confrontar las
distorsiones cognitivas, subrayar las dotes por encima de las debilidades, y
desarrollar habilidades específicas para el manejo de los errores y las
críticas. Como el cliente no se rechaza a sí mismo globalmente, el cambio
de las pautas de pensamiento desadaptadas aumentará significativamente la
sensación de confianza y valía.
Una
baja autoestima
caracterológica tuvo habitualmente su raíz en las experiencias
tempranas de abuso o abandono. La sensación de «maldad» es, en este caso, más
global y tiende a afectar a muchas áreas de la vida. Como la baja autoestima
caracterológica deriva de una formulación básica de la identidad, una sensación
de estar mal, el cambio de los pensamientos del cliente no basta. La identificación
y control incipiente de la voz interior crítica será de utilidad, pero no
diluye por completo los sentimientos de maldad. Por ello, su principal énfasis
terapéutico ha de estar en la identidad negativa que da lugar a los
pensamientos negativos. Hay que enfocar hacia el desarrollo de la autocompasión
y hacia el desarrollo de una actitud no valorativa. Estas posiciones pueden
reforzarse mediante visualización y técnicas hipnóticas.
Reestructuración cognitiva de la autoestima
El
mejor punto de partida son los pensamientos del cliente. Pregúntele en qué
estaba pensando durante un episodio reciente de autorreproche. Consiga el mayor
número de detalles posible acerca de la voz crítica interior y luego introduzca
la noción de crítica patológica y desarmar a la crítica. Hay que animar al cliente
a desarrollar su nombre específico de la crítica a fin de que empiece a
apropiarse del concepto. Los nombres típicos son «el obligador», «el tiburón»,
«mi atizador», «el señor Perfecto», «Marsha (la madre del cliente)»...La
personificación de la crítica ayuda al cliente a empezar a exteriorizar la voz autoacusadora.
Se trata de que el individuo experimente la voz como algo que procede del
exterior, en vez de como parte del flujo normal de pensamiento. Es más fácil
combatir algo que se percibe como externo. También es más fácil hacer
egodistónica la voz crítica, algo que el cliente rechaza eventualmente como «no
yo». Al mismo tiempo que identifica y nombra a la crítica patológica, puede
introducir al cliente en su «voz sana». La voz sana es la capacidad del cliente
para pensar en términos realistas. Subrayando y reforzando esta capacidad, estamos
posicionando al cliente para empezar a responder a la crítica. Los nombres que
se utilizan típicamente para esta voz sana incluyen «mi parte racional», «mi
parte aceptante», «mi parte compasiva», «mi instructor sano»...
Creando
esta dicotomía entre la voz crítica y la voz sana, podemos animar al cliente a
enfrentarse con su crítica. Los siguientes diálogos ilustran este proceso.
Terapeuta:
Así,
¿qué le dijo el crítico cuando usted esperaba y no vio a su nuevo amigo?
Cliente:
Que
no soy interesante, que yo le aburría y que estaba cansado de mí.
Terapeuta:
¿Qué
le respondió a esto el instructor sano?
Cliente:
Que
nuestra conversación era viva y divertida. Que había bastante energía entre
ambos. Yo podía sentirla.
Terapeuta:
¿Qué
más? ¿Piensa el instructor que usted debería preocuparse por eso o bien que
podría hacer alguna cosa?
Cliente:
Podría
llamarle e intentar averiguar cómo se siente.
He
aquí otro ejemplo:
Cliente:
No
concluí un encargo a tiempo en mi trabajo.
Terapeuta:
¿Qué
le dijo el «obligador» al respecto?
Cliente:
Que
soy perezoso. Una y otra vez: «Eres perezoso, te duermes, nunca llegarás a nada».
Terapeuta:
¿Puede
movilizar a la voz sana para que responda algo?
Cliente:
Todo
lo que oigo es al obligador.
Terapeuta:
Intente
encontrar ahora su voz sana para poder responder al obligador. ¿Es usted
realmente perezoso y lento?
Cliente:
Bien,
mi voz sana me dice: «Te retrasaste un poco, pero lo terminaste, lo hiciste. Nadie
más que tú se preocupó por que fuese con retraso».
Terapeuta:
¿Así
que el obligador exageraba acerca de su lentitud?
Cliente:
Sí.
Siempre exagera.
El
siguiente paso de la reestructuración cognitiva consiste en identificar la
principal función de la crítica de un cliente. En todos los casos, la voz
crítica se refuerza porque desempeña alguna función positiva: promueve una
conducta deseada, protege paradójicamente la valía de uno mismo, o controla
sentimientos penosos.
Un
cliente debe comprender la razón por la que utiliza la voz crítica y cómo ayuda
a protegerle. He aquí un ejemplo de cómo puede comentarse esta cuestión.
Terapeuta:
Cuando
se sintió usted nervioso durante la cena, ¿qué decía la crítica?
Cliente:
Ella
no te querrá. No sabes nada y no tienes mucho dinero. Y además no eres muy
divertido.
Terapeuta:
Recuerde
que dijimos que la crítica siempre intenta satisfacer alguna necesidad.¿De qué
estaba intentando protegerle en esta ocasión?
Cliente:
Del
rechazo al beso.
Terapeuta:
¿Estaba
intentando protegerle del miedo al rechazo?
Cliente:
Exacto.
Terapeuta:
¿Cómo?
Cliente:
Esperándolo
y no resultar tan dañado.
Terapeuta:
Así
que el crítico estaba desensibilizándole, preparándole. Usted no se sentiría tan
mal si no le gustase a ella, porque usted ya lo esperaba. Eso es algo que ya
hemos visto muchas veces. Es una de las principales funciones de su crítico:
protegerle del temor al rechazo.
El
conocer la función de la crítica exige una indagación exhaustiva. Todo
pensamiento, por doloroso que sea, existe porque se recompensa de algún modo.
Los autoataques críticos deben desempeñar por tanto una importante función.
Hay
que preguntar al cliente: «¿Qué se vería usted forzado a sentir o tener
presente si el crítico no le atacase en esta situación? ¿Cómo le ayuda el
crítico en esta situación? ¿Qué teme podría hacer o dejar de hacer sin el
crítico en esta situación?».
Una
vez desenmascara la función de la voz crítica, esta información puede
utilizarse una y otra vez durante las confrontaciones. «Una y otra vez está
usted utilizando a la crítica para impulsarse a niveles de rendimiento
imposibles.» «Otra vez afronta el miedo al fracaso dejándole decir al crítico
que usted no puede hacerlo y que para qué intentarlo entonces.» «Está usted
dejando al crítico castigarle otra vez para que no tenga que sentir tanta
culpa.»
Además, el cliente debe aprender que las
importantes necesidades que su crítico le ayuda a satisfacer pueden ser
satisfechas de forma más sana. La crítica no es la única forma de afrontar
el miedo al fracaso, el miedo al rechazo, la culpa.... Ahora hay que idear
nuevas estrategias, no tóxicas.
Terapeuta:
¿Hay
otra forma de reducir su ansiedad ante el rechazo? ¿Una forma que no utilice la
crítica?
Cliente:
Supongo
que sí. Yo podría recordarme a mí mismo que probablemente los dos estamos
nerviosos. Y que sólo íbamos a pasar una velada agradable y
que no
tiene que pasar nada más por encima de esto.
Terapeuta:
En
otras palabras, decirse a sí mismo que no es más que una cita, y usted no esperará
necesariamente gustarle tanto a ella como para pasar el resto de su vida con
usted.
Cliente:
Exacto.
Terapeuta:
¿Puede
esta reformulación reducir su ansiedad?
Cliente:
Creo
que sí.
Identificación de las distorsiones
Se
incluyen nueve categorías específicas de pensamiento distorsionado que
contribuyen a reducir la autoestima. La identificación y confrontación de estas
distorsiones puede llegar a ser un componente básico de su programa de
tratamiento. Es importante definir la distorsión particular de la forma más
clara y llena de ejemplos posible.
Terapeuta:
Estoy
diciendo que palabras como estúpido, fraude e idiota son nombres tóxicos porque
son descalificaciones totales de usted como persona. Son censuras globales. No
está usted diciendo que ignora todo sobre los impuestos, está diciendo: «Soy un
estúpido». No está usted diciendo que se siente inseguro ante determinadas
tareas en su trabajo, está diciendo: «Soy un fraude». Estos términos son un
rechazo total de sus dotes y capacidades. Son peyorativos y brutales porque
generalizan lo negativo y olvidan lo positivo. Son cabalmente erróneos,
inexactos. Parte de nuestra labor consiste en encontrar la forma de huir de
estas etiquetas y ser más exactos.
El
terapeuta ha definido la distorsión y también está definiendo la tarea. Ahora
empieza a enseñar al cliente a cambiar las denominaciones tóxicas por un
lenguaje preciso.
Terapeuta:
Bien,
se ha llamado a sí mismo «fraude». Éste es un término peyorativo, además de
excesivamente general. ¿Cuál es la formulación más precisa?
Cliente:
Que
intento parecer más confiado de lo que soy.
Terapeuta:
¿Continuamente
o sólo en ciertas cosas?
Cliente:
Bien,
principalmente en relación al cromatógrafo de gas. Doy la impresión de saber
más de lo que realmente sé.
Terapeuta:
Así
que la formulación precisa es que usted sabe menos de lo que la gente espera
sobre el cromatógrafo de gas?
Cliente:
Sí.
Terapeuta:
Esto
es muy diferente de ser un fraude.
Cliente:
Cierto.
Hablar de «fraude» es incurrir en una gran exageración.
Durante
las primeras sesiones, hay que formular muchas preguntas específicas sobre el
contenido de cualesquiera pensamientos de autocrítica. «¿Qué le dijo el crítico
a usted cuando hizo una visita a la casa? ¿Cuándo concluyó el artículo? ¿Cuándo
se enojó su hijo? ¿Al final de nuestra última sesión?» Cuanto más conozca sobre
el contenido de la voz crítica, mejor preparado estará para afrontar
distorsiones específicas.
Hay
que atender sólo a las distorsiones cognitivas más significativas. No saturar
al cliente. La mayoría de las personas no pueden recordar como para combatir
más de una o dos pautas de pensamiento negativo en un momento dado.
Cuando
se consideren por primera vez las distorsiones, es útil repasar tres o cuatro
cogniciones autocríticas y mostrar lo que tienen en común.
Terapeuta:
La
semana pasada habló usted de haberse retrasado y de ser un torpe. Luego estuvo
usted luchando con los impresos de los impuestos y dijo que era usted estúpido.
Hoy se describió como un fraude y un idiota en el trabajo. Estas son
denominaciones tóxicas que realmente socaban su autoestima. Forman parte del
problema que estamos tratando. Cada vez que usted usa uno de estos nombres, se
hiere un poco más, se corta un poco más adentro. ¿Se ha dado cuenta de en qué
medida su crítico usa epítetos tóxicos para desanimarle?
El
terapeuta de este ejemplo ha hecho su tarea. Puede señalar ejemplos específicos
de denominación tóxica para que la confrontación tenga más impacto. Ha elegido
el término «denominación tóxica» (oficialmente conocido como «designación global»)
porque su cliente es un químico orgánico y el término «tóxico» significa más
para él.
Su
mejor técnica para ayudar al cliente a llegar a una formulación más precisa es
la interrogación socrática. Es éste un método que Sócrates
utilizaba para exponer las incongruencias lógicas de los argumentos de los
estudiantes. Son tres las principales líneas de interrogación que puede
utilizar.
1.
Preguntas que denuncian la hipergeneralización: «¿Es cierto que usted siempre
es torpe? ¿En todas las tareas particulares? ¿Que no hace nunca una a
derechas?».
2.
Preguntas que denuncian una defectuosa denominación: «¿Es cierto que
obtener una puntuación baja significa que es usted torpe?».
3.
Preguntas que denuncian la falta de pruebas: «¿Qué pruebas tiene para pensar
que la gente cree que es usted torpe?».
He
aquí cómo puede funcionar durante una sesión.
Terapeuta:
Así
que últimamente el atizador le ha estado diciendo que es usted realmente fea.
Cliente:
Me
ha estado friendo con esto.
Terapeuta:
¿Son
feas todas las partes de su cara y su cuerpo, o sólo algunas? (Denuncia de
la hipergeneralización.)
Cliente:
Principalmente
mi nariz, y creo que también el mentón, que es blando. Y el estómago me ha
quedado esponjoso y desfigurado después de dar a luz.
Terapeuta:
¿Tiene
alguna parte del cuerpo que le guste?
Cliente:
Las
piernas, supongo. El pelo y los ojos.
Terapeuta:
Así
que está generalizando tres rasgos entre muchos y tachándose de totalmente fea.
Cliente:
Sí,
es un poco absurdo.
Terapeuta:
¿Es
cierto que su barbilla y nariz son totalmente feas y repulsivas? (Denunciade
la designación defectuosa.)
Cliente:
Bien,
realmente no son atractivas.
Terapeuta:
Pero
¿son realmente feas?
Cliente:
No.
En realidad, no.
Terapeuta:
Así
que, ¿cuál es la formulación precisa, qué diría la voz sana?
Cliente:
Que
tengo las piernas, el pelo y los ojos bonitos, y que no me gusta mi nariz, mi
barbilla o mi vientre.
Refutación de la crítica
Su
objetivo es desarrollar refutaciones específicas que el cliente pueda poner por
escrito y utilizar para cada ataque crítico. Las refutaciones se crean mediante
diálogos entre la voz crítica y la sana, mediante su interrogación socrática y
mediante la técnica de las tres columnas
Con el
tiempo, podrá evaluar y modificar las refutaciones hasta que sean creíbles y
efectivas.
Estas
constituyen un recurso que se utilizará a lo largo de toda la terapia. Se trata
de identificar y enfrentarse a las distorsiones cada vez que las oiga. Esto es
así porque el terapeuta modela en la sesión lo que quiere que el cliente
empiece a hacer por sí mismo.
Cuando
nos enfrentamos de forma consistente a la crítica interior del cliente, cuando
no deja que se cuele ninguna distorsión, animamos al cliente a luchar
eficazmente en casa.
Terapeuta:
Muy
bien, la crítica le está diciendo que usted está echando a perder su relación con
su hijo. Ésta es de nuevo la autoacusación. ¿Qué podría responder a eso la voz
sana?
Detención del pensamiento
La crítica
interior es a veces tan insistente y cáusticaque literalmente no deja espacio a
la voz sana. Para dejar espacio a las respuestas sanas pueden resultar útiles
ciertos procedimientos de detención del pensamiento. Los «mantras de
Howitzer», una sencilla técnica para la interrupción del pensamiento. Otro
enfoque denominado «preguntar el precio» exige al cliente atender al
coste de escuchar a la crítica, en vez de al propio mensaje interior. Una vez
se ha silenciado al crítico durante unos instantes, el cliente puede utilizar
las refutaciones apropiadas de la lista que han creado ustedes dos.
Identificación de dotes
De
forma simultánea a su labor para refutar a la crítica debe aplicarse un
programa para sostener en el cliente la consciencia de sus dotes y cualidades
genuinas. Lo mínimo que
el terapeuta debería hacer es lo siguiente.
1.
Colaborar con el cliente para hacer una lista de dotes y cualidades genuinas.
Si el cliente tiene dificultad en identificar sus dotes, pídale que se
contemple a sí mismo como le contemplan sus amigos o personas queridas.
2.
Haga que el cliente identifique sus debilidades más inquietantes.
3.
Señale de qué modo en ocasiones las debilidades se expresan en un lenguaje
peyorativo. Revise estas calificaciones utilizando descripciones precisas y no
valorativas. Pida al cliente que use sólo la descripción precisa cuando habla
con usted.
4.
Anime al cliente a utilizar afirmaciones tomadas de la lista de dotes. Éstas
pueden reforzarse mediante el uso de signos (afirmaciones colgadas en el espejo
donde se afeita, la puerta del aseo, la cartera, etc.).
A
partir de la lista de dotes, el terapeuta debe seleccionar de dos a cuatro
cualidades que aprecie genuinamente en el cliente. Debería analizarse al menos
una de éstas en cada sesión. Esto significa encontrar una forma creativa para
resaltar un don particular de forma que encaje en el contexto de la sesión.
• «Soy
consciente de la mucha tenacidad que le ha supuesto afrontar el problema de la
droga de su hija. Ésa es una cualidad que he constatado en usted una y otra
vez.»
• «Eso
me recuerda otra vez su capacidad de atención y apoyo genuinos. Usted se entregó
mucho con su hermano.»
•
«Otra vez constato su capacidad de resolver problemas y hacer frente a una
situación de crisis. Recuerde la última vez que hizo eso fue...»
La
repetición de dones es imprescindible ya que originalmente resultó dañada la
autoestima de su cliente cuando una figura de autoridad (padre) reiteradamente
puso en tela de juicio su valía. Exige una considerable dosis de repetición por
parte de otra figura de autoridad (terapeuta) empezar a deshacer esa
programación temprana. El decirlo una vez, o cinco veces, probablemente no
surtirá efecto alguno. Hay que recordárselo al cliente diez, quince o veinte
veces antes de que su elogio tenga algún impacto. Ésa es la razón por la cual se
debe elegir sólo dos de las cuatro cualidades positivas. El intentar elogiar
demasiados dones del cliente diluye la atención que se presta a cada uno de
ellos.
Autoaceptación
La
autoestima es más que el mero reconocimiento de las cualidades positivas de
uno. Es una actitud de aceptación y no valoración hacia uno mismo
y hacia los demás. Al final, la única forma de doblegar realmente a la crítica
consiste en separar al cliente de toda valoración, crear mantras de aceptación que
el terapeuta repite una y otra vez hasta que empieza a aflorar una nueva
actitud. El término clave aquí es «congruencia». Se trata de recordar al
cliente, una y otra vez, los mantras de autoaceptacion que han desarrollado
juntos. El introducir la cuestión, dejarla durante las seis sesiones siguientes
y volver a mencionarla otra vez tendrá probablemente muy poco impacto. El
concepto y el lenguaje de la autoaceptacion deben entretejerse a lo largo de
toda la textura de la labor terapéutica.
Problemas especiales
Hay
cuatro problemas especiales que inciden negativamente en la autoestima:
1) las
reglas y deberes inflexibles,
2) el
perfeccionismo,
3) una
extrema vulnerabilidad a la crítica, y
4) la
falta de afirmación.
Cuando se da en medida significativa cualquiera
de estos rasgos, debe tratarse de forma muy específica.
Reforzamiento de la voz sana
Las
personas con una fuerte crítica siempre tendrán contacto en alguna medida con
su voz interior negativa. La tarea del terapeuta es disminuir la intensidad de
los ataques a uno mismo, fomentando una conversación con uno mismo más
constructiva. En otras palabras, usted puede no librarse nunca por completo de
la voz interior que dice: «Te has equivocado, eres estúpido», pero puede
reforzar el crecimiento de una voz paralela y aún más fuerte que diga: «Soy
bueno, estoy haciéndolo lo mejor que puedo». Tan pronto como la voz sana cobra
fuerza, responde más rápidamente, con más intensidad y credibilidad a los
ataques de la crítica.
Se pueden utilizar
varias intervenciones específicas para reforzar la voz sana.
1. Enseñar
afirmaciones defensivas. Éstas pueden adoptar la forma de
afirmaciones sobre refutaciones específicas de ataques que la crítica formula
típicamente.
2. Hipnosis.
La hipnosis es efectiva en ocasiones porque sirve de ayuda mnemotécnica para
las afirmaciones defensivas que usted quiere que el cliente se aprenda de
memoria. Además, como la hipnosis es un estado de hipersugestionabilidad, sus
intervenciones penetrarán hasta un más profundo nivel de aceptación.
3. Visualización.
Permitirán al cliente empezar a considerarse una persona confiada,
socialmente confortable y competente. La visualización facilita un cambio más
rápido del concepto de sí mismo porque el cliente literalmente ve su cuerpo y
conducta de diferente forma.
4. Anclaje.
Es una técnica para recuperar los sentimientos de confianza y autoagrado de
épocas pasadas y traerlos al presente. La capacidad de acceder a sentimientos
positivos a voluntad tiene un significativo efecto de fortalecimiento de la voz
sana.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
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