La internalización de la conducta depende de la internalización del habla.
La interiorización del
autohablarse, que normalmente se produce paulatinamente pero que se suele
completar a los 10 años, se retrasa en los niños TDAH (Berk, 1992). Una década
antes, Copelan observó que los niños hiperactivos hablaban en voz más alta
cuando se encontraban a solas jugando, mostrando una mayor inmadurez en las autoverbalizaciones
y, ante una tarea de solución de problemas difícil, reflejan una peor capacidad
de planificación, incluyendo un mayor número de exclamaciones y descripciones
sobre sí mismos que sobre las estrategias a emplear (Copeland, 1979)
Orjales (2007) acepta al igual
que la literatura este hecho como un reflejo de la inmadurez del niño con TDAH,
pero también cree necesario apuntar que la externalización del habla en los
sujetos con TDAH puede constituir un mecanismo de adaptación necesario, del
mismo modo que Barkley entiende que las funciones ejecutivas, como acciones
autodirigidas, no necesitan ser encubiertas para ser consideradas de naturaleza
ejecutiva o consideradas un ejemplo de autorregulación. En este sentido,
Orjales considera que tanto para la evaluación como para el
diagnóstico debemos tener en cuenta no sólo la edad del niño y la existencia de
verbalizaciones abiertas o externalizadas, sino el tipo de verbalizaciones y,
especialmente, si cumplen una función ejecutiva.
Los niños con TDAH verbalizan
en mayor medida las emociones que suscita la tarea a realizar que las estrategias
dirigidas a su culminación con éxito como serían, por ejemplo, verbalizaciones para
reorientar su atención y mantenerse centrado en el objetivo, para planificar su
acción, para seleccionar la información relevante, para mantener dicha
información en la memoria de trabajo o para evaluar su proceso o sus resultados.
Por tanto, conseguir el habla
privada o encubierta en los niños con TDAH debería ser un objetivo secundario
en los programas de intervención, siendo el objetivo primario organizar el
habla externa de cara a una mayor funcionalidad. El terapeuta podrá aprovechar esa
tendencia natural de los niños hiperactivos a externalizar emociones y
pensamientos para analizar su funcionamiento ejecutivo y, lo que es más
importante, para reestructurar su proceder.
Referencia bibliográfica
Orjales, I. (2007). El tratamiento cognitivo en
niños con trastrono por déficit de atención con hiperactividad (TDAH): revisión
y nuevas aportaciones. Madrid: Departamento de Psicología Evolutiva y de la
Edcuación. Facultad de Psicología (UNED).
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