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¿CÓMO REACCIONAN LAS VÍCTIMAS CUANDO SON CONSCIENTES DEL ACOSO PSICOLÓGICO?

   Ante una amenaza que cada vez se presenta más claramente, las víctimas pueden reaccionar de dos maneras: 


1)   Someterse y aceptar la dominación, con lo que el agresor, a partir de ese momento, puede proseguir tranquilamente su obra de destrucción.

   Algunas personas no son capaces ni de huir ni de luchar. A veces, recurren a un psiquiatra o psicoterapeuta, pero, de entrada, suelen anunciar que no están dispuestas a cuestionar lo fundamental. Solamente quieren aguantar, soportar su situación de sometimiento sin demasiados síntomas y seguir poniendo buena cara.

   Normalmente, estas personas prefieren un tratamiento farmacológico antes que una larga psicoterapia. Sin embargo, los estados depresivos sobrevienen una y otra vez, con lo que se puede producir un consumo excesivo de ansiolíticos o de sustancias tóxicas.

2)   Revelarse y combatir, con la idea de marcharse.

   Una vez que se inicia el proceso de acoso, la única forma de detenerlo es con la marcha de la víctima. La separación, siempre que se pueda llevar a cabo, es un asunto de las víctimas, y nunca de los agresores. 

   Las víctimas suelen reaccionar cuando tienen la oportunidad de ver cómo su agresor ejerce la violencia sobre otra persona, o cuando encuentran un aliado o una ayuda exterior.

   El proceso de liberación está cargado de dolor y culpabilidad, pues los perversos narcisistas adoptan la posición de víctima abandonada y encuentran en ello un nuevo pretexto para su violencia. En el proceso de separación, los perversos siempre se sienten perjudicados y se vuelven pleitistas, aprovechando que su víctima tiene prisa para acabar y está dispuesta a realizar todo tipo de concesiones.

   En el caso de la pareja, el chantaje y la presión se llevan a cabo a través de los pleitos que tienen que ver con los bienes materiales. En el contexto laboral, se entablan con frecuencia procesos contra la víctima, pues esta siempre es culpable de alguna cosa. En cualquier caso, el agresor se queja de haber sido dañado, cuando, en realidad, la víctima es la que lo pierde todo.

Referencia bibliográfica

M.F., H. (1999). El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Barcelona.




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