La aportación más conocida de Williams es el estudio del ostracismo, también denominado
tratamiento silencioso, y definido como la “exclusión consensuada (de una
persona) de los privilegios comunes o de la aceptación social”.
Williams (2007) para explicar el modo en que las personas se
enfrentan a la amenaza de la exclusión
social, del rechazo y, por supuesto, también al ostracismo, postula en la
línea iniciada por Leary, Tambor, Terdal y Downs (1995), que la persona
intensifica su atención a pistas e indicios de la situación social para
calibrar su “valor relacional”, es decir, el grado en que los demás valoran
relacionarse con ella.
El modelo gira en torno a la forma en que las personas se
enfrentan a una valoración negativa. Las amenazas que provienen de conductas
interpersonales aversivas de otras personas producen una especie de “batalla
intrapsíquica” entre las necesidades fundamentales.
Cuando las necesidades amenazadas son la pertenencia y la autoestima (las dos primeras), la respuesta más
probable es “prosocial” (es decir,
afiliativa, tendente a reforzar los vínculos con los demás) y la persona
intentará reorientar su conducta para conseguir aceptación; intentará, en
términos de Williams, “incrementar su estatus inclusionario”, es decir,
mejorará su relación con los otros.
Las otras dos necesidades fundamentales, según Williams, son
el control sobre el propio ambiente
social y la “existencia significativa”, que se refiere al hecho de que las
personas necesitan que los demás reconozcan su existencia y las tengan en cuenta.
La amenaza a estas dos últimas necesidades, al suponer para el individuo una
pérdida de control sobre las interacciones con otros y una sensación de “invisibilidad”
o insignificacia, tenderá a generar más reacciones
antisociales, dado que este tipo de actos consigue el control y la atención
de los demás.
Referencias bibliográficas
Gaviriana, E., López, M., & I., C. (2013). Introducción
a la psicología social. Madrid: Sanz y Torres.
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