Psicóloga infantil Vecindario TRASTORNOS DE CONDUCTA: CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS GRAVES DE CONDUCTA
CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS GRAVES DE CONDUCTA
Al igual que ocurre con la definición, nos encontramos con que no
existe una única clasificación de los Trastornos de Comportamiento.
El término “Trastorno” se usa para señalar la presencia de un
comportamiento o de un grupo de síntomas identificables en la práctica clínica,
que en la mayoría de los casos se acompañan de malestar o interfieren en la
actividad de la persona.
Los trastornos mentales definidos no incluyen disfunciones o
conflictos sociales por sí mismos, en ausencia de trastornos individuales.
A la hora de hacer una clasificación de los diferentes Trastornos
Graves de Conducta, nos encontramos con serias dificultades para llevarla a
cabo, dado el elevado número de
síntomas que aparecen y que ha quedado perfectamente reflejado en
las clasificaciones ofrecidas por el DSM-IV, DSM-IV-TR, DSM-V o por el CIE-10,
tales como agresividad, robos, incendios, fugas, mentiras, y que con harta
frecuencia van asociadas con hiperactividad, impulsividad, dificultades
cognitivas y de aprendizaje y habilidades sociales pobres.
La mayor parte de estos trastornos se presentan ya desde la
infancia, aunque hay notables diferencias entre ellos.
Una posible clasificación sería:
1.
Trastornos por déficit de Atención
2. Alteraciones conductuales secundarias a otros trastornos
mentales.
3. Patrones conductuales que pueden confundirse con los Trastornos
Graves de Conducta
1.Trastornos por
déficit de Atención
Trastorno por Déficit de Atención/Hiperactividad (TDAH)
Presenta,
casi el 15 % de la población infanto-juvenil, según los últimos datos.
Existe
consenso, en que “el TDAH es una condición o patrón de comportamiento
inadaptado, de base neurobiológica, iniciado generalmente en la infancia, cuyos
síntomas básicos son de carácter cognitivo-conductual:
a)
Déficit de atención
Caracterizado
por:
•
Dificultades para mantener la atención en tareas.
•
Dificultad para centrarse en una sola tarea de trabajo o estudio.
• No
prestan atención suficiente a los detalles, incurriendo en errores en las
tareas o trabajo.
• No
siguen instrucciones y no finalizan las tareas o encargos.
•
Parecen no escuchar.
•
Dificultades para organizar, planificar, completar y/o ejecutar las tareas.
•
Suelen evitar las tareas que implican un esfuerzo mental sostenido.
• Se
distraen fácilmente por estímulos irrelevantes.
• A
menudo, pierden objetos necesarios para las tareas.
Sí
pueden poseer atención automática en actividades de su interés.
b)
Hiperactividad
• A
menudo, abandonan su asiento.
•
Mueven constantemente manos y pies.
•
Corren o saltan en situaciones inapropiadas.
•
Presentan dificultades para dedicarse tranquilamente a las diferentes
actividades.
•
Hablan en exceso.
•
Siempre en movimiento, actúan “como impulsados por un motor
A modo
de aclaración, la hiperactividad se reconoce cuando la actividad no presenta
finalidad alguna.
c)
Impulsividad
•
Responden de forma precipitada antes de que las preguntas se hayan formulado completamente.
•
Dificultades para guardar turno.
•
Interrumpen a otros y a otras.
Algunos
de estos tres “síntomas” (atención, hiperactividad y/o impulsividad) estaban presenten
antes de los 7 años de edad.
Algunas
alteraciones o conductas tienen que haberse manifestado en dos o más ambientes (por
ejemplo, en el centro y en el hogar), y deben existir pruebas claras de un deterioro
significativo de la actividad escolar y social.
A
estas tres manifestaciones o conductas básicas citadas, además, suelen
asociarse o derivarse otras que interfieren en su desarrollo personal y social
y en su adaptación a los requerimientos escolares.
Pueden presentar dificultades:
a)
En el rendimiento
académico:
·
El déficit atencional y la impulsividad, cuando
es de tipo cognitivo, fundamentalmente la lentitud en el procesamiento de la
información, sobre todo, cuando es de tipo auditivo
·
Las dificultades en la planificación y la
memoria de trabajo interfieren en el proceso de aprendizaje del alumno o
alumna, ya que les cuesta mantener la
·
concentración, seleccionar los datos o
estímulos relevantes para la ejecución de las tareas y finalizarlas.
Estas
características cognitivas pueden afectar en los aprendizajes instrumentales si
no se establecen medidas educativas y la adecuada intervención
especializada.
b)
En sus relaciones
sociales:
El desconocimiento, la no comprensión del
problema y el etiquetado social por parte de adultos y del grupo de compañeros
y compañeras
inciden
negativamente en sus relaciones interpersonales.
c)
En las habilidades
sociales y en las funciones pragmáticas del lenguaje (comprender las
intenciones comunicativas y sentimientos del interlocutor, ajustar su lenguaje
a la situación comunicativa, etc.).
d) En el autocontrol emocional.
e) En la autoestima y el autoconcepto.
Para otorgar una visión más positiva de
este Trastorno, señalamos que el alumno o alumna con TDAH suele presentar:
·
Mucha energía.
·
Una elevada creatividad.
·
Un cociente intelectual normal o elevado.
·
Una alta capacidad para poder hacer más cosas
que el resto de compañeros y compañeras.
·
Puede trabajar con buen ritmo si se le sabe estimular
adecuadamente.
Personalidades
como Einstein o Ramón y Cajal, revisando su biografía, parece que pudieran sufrir
TDAH.
Según
el predominio de uno u otro síntoma, el DSM-IV-RV1 reconoce 3 “subtipos” de Trastorno
por Déficit de Atención/Hiperactividad:
·
Presentación combinada: Si se cumplen el Criterio A1 (inatención) y
el Criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.
·
Presentación predominante con
falta de atención: Si se cumple el Criterio (inatención) pero no se cumple el
Criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.
·
Presentación predominante hiperactiva/impulsiva: Si se cumple el Criterio
A2 y no el A1 durante los últimos 6 meses.
Tipo
con predominio del déficit de atención
·
Tan sólo aparece el primer síntoma descrito (Déficit
de Atención) en los 6 últimos meses.
·
Presentan un proceso cognitivo más lento de lo
esperado para su edad y cociente intelectual.
·
Parece que están “en las nubes”. Suelen ser
hipoactivos o hipoactivas y más auto-controlados o auto-controladas en las
relaciones sociales, por lo que es menos frecuente que presenten a la larga
Trastorno Negativista y Desafiante.
·
Actualmente, existen escasos diagnósticos de
este tipo, y es superior en el sexo femenino.
Tipo
con predominio hiperactivo-impulsivo
·
Tan sólo aparecen síntomas de hiperactividad y/o
impulsividad, sin que existan signos de falta de atención, en los 6 últimos meses.
·
Se diagnostican más varones con esta
sintomatología y los problemas escolares, sobre todo, a nivel relacional son
más abundantes.
·
La hiperactividad disminuye con la edad, y
puede permanecer en forma de “sentimiento subjetivo de inquietud”.
·
Cuando la impulsividad es un síntoma
predominante, es más vulnerable a manifestar conductas agresivas.
Tipo
combinado
Predominan
síntomas, tanto de atención como de hiperactividad e impulsividad.
Los resultados
académicos de estos alumnos y alumnas son muy deficitarios, y sus interacciones
sociales están marcadas por la falta de control y su inestabilidad emocional.
Existen
mayores probabilidades de continuar con este Trastorno en la edad adulta y/o
derivar en Trastorno Negativista y Desafiante o Trastorno Disocial.
2.
Trastornos
disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta (DSM-V)
A) Trastorno Negativista Desafiante
El
Trastorno Negativista Desafiante es un Trastorno del Comportamiento, normalmente
diagnosticado en la niñez, que se caracteriza por comportamientos no cooperativos, desafiantes, negativos, irritables y
enojados hacia los adultos, y en general, a todas las personas que tengan
un rasgo de autoridad sobre él, especialmente padres y madres, el profesorado y
otras personas en posición de autoridad.
La
mayoría de los síntomas observados en niños o niñas y adolescentes que padecen
el Trastorno Negativista Desafiante, también, aparecen, a veces, en niños y
niñas que no lo padecen, especialmente, alrededor de los 2 ó 3 años de edad o
durante la adolescencia. Muchos niños y niñas sobre todo cuando están cansados,
con hambre o disgustados, tienden a desobedecer, discutir con sus padres y
madres y desafiar la autoridad. Sin embargo, en los niños y niñas y
adolescentes que sufren el Trastorno Negativista Desafiante, estos síntomas ocurren
de forma más frecuente e interfieren con
el aprendizaje, el ajuste a la escuela y, algunas veces, con las relaciones del
niño o niña (o adolescente) con los demás.
Los síntomas de este Trastorno pueden resumirse en:
• a
menudo, se encoleriza e incurre en
pataletas
• a
menudo, discute con adultos
• a
menudo, desafía activamente a los
adultos
o rehúsa cumplir sus obligaciones
• a
menudo, molesta deliberadamente a otras
personas
• a
menudo, acusa a otros de sus errores
o mal comportamiento
• a
menudo, es susceptible o fácilmente
molestado por otros
• a
menudo, es colérico y resentido
• a
menudo, es rencoroso o vengativo
Estos
comportamientos se presentan con más frecuencia de la observada típicamente en sujetos
de edad y nivel de desarrollo comparables, y acaban provocando un deterioro
clínicamente significativo en la actividad social, académica o laboral.
En
ocasiones, los niños o niñas pueden presentar unos síntomas parecidos a los que
caracterizan este Trastorno, pero que son pasajeros y propios de la edad. La
familia y el profesorado tendrán que estar atentos a estas diferencias ya que
como hemos señalado anteriormente, para que se pueda hablar de “Trastorno”,
estos síntomas se deben presentar con una gran frecuencia, además de interferir
en el aprendizaje, la adaptación en la escuela y, algunas veces, con las
relaciones personales del niño o adolescente.
B) Trastorno explosivo intermitente
·
Se caracteriza por arrebatos impulsivos (o basados en la ira) de inicio rápido y con un
escaso o nulo período prodrómico.
·
Los arrebatos suelen durar menos de 30 minutos
y se producen frecuentemente como respuesta a una pequeña provocación por parte
de un amigo íntimo o una persona cercana.
·
A menudo presentan períodos menos graves de
agresión verbal o física que no provocan daños, destrucción, ni perjuicios
entre los episodios disruptivos/agresivos más graves.
·
Los arrebatos
agresivos frecuentes (es decir, 2 veces por semana, de media, en un
período de 3 meses) están caracterizados por berrinches, diatribas, disputas verbales o peleas, o agresiones sin
dañar bienes ni herir a animales u otros individuos.
·
Los
arrebatos agresivos o impulsivos poco frecuentes (es
decir, 3 en el período de un año) se caracterizan por dañar o destruir objetos
a pesar de su valor tangible, o por agredir/golpear
o realizar cualquier otra acción que cause
daño físico a un animal o a otro individuo.
·
Pese a la naturaleza de los arrebatos agresivos
impulsivos, la característica principal del trastorno explosivo intermitente es
la falta de control del comportamiento
agresivo impulsivo en respuesta a una provocación experimentada subjetivamente
(factor estresante psicosocial) que no produciría normalmente un arrebato
agresivo.
·
Los arrebatos agresivos son generalmente
impulsivos o basados en la ira, más que premeditados o instrumentales, y se
asocian con un significado malestar o deterioro en el funcionamiento
psicosocial.
·
El diagnóstico del trastorno explosivo
intermitente no debería darse en individuos menores de 6 años o de un nivel de
desarrollo equivalente, ni en individuos cuyos arrebatos de agresividad se
expliquen mejor por otros trastornos mentales.
·
El diagnóstico no debería realizarse en los
individuos con trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo ni en
aquellas personas cuyos arrebatos de agresividad impulsivos sean atribuibles a
otras afecciones médicas o a los efectos fisiológicos de una sustancia. Además,
los niños de edades comprendidas entre los 6 y 18 años no deberían recibir este
diagnóstico cuando los arrebatos de agresividad impulsiva se producen en el
contexto de un trastorno de adaptación.
C) Trastorno de conducta
La principal característica del trastorno de
conducta es un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que no
se respetan los derechos básicos de los otros, ni las normas o reglas sociales
propias de la edad. Estos comportamientos se clasifican en 4 grupos
principales:
Conducta agresiva que causa o amenaza con daño
físico a otras personas o animales
Conducta no agresiva que causa daño o
destrucción de la propiedad
Engaño o robo
Transgresión grave de las normas
Tiene que haber 3 o más comportamientos
característicos durante los últimos 12 meses, con al menos un comportamiento
presente en los últimos 6 meses.
Los individuos con trastorno de conducta a
menudo inician un comportamiento agresivo y reaccionan violentamente ante otras
personas. Pueden tener un comportamiento de:
·
Acoso, amenaza o intimidación (incluido el
acoso mediante mensajes en las redes sociales)
·
A menudo empiezan peleas
·
Utilizan armas que pueden causar heridas graves
a terceros (p.ej., un bastón, una botella rota...)
·
Ejercen la crueldad física contra personas o
animales
·
Han robado enfrentándose a una víctima
·
Han violado sexualmente a alguien
El alumnado con Trastorno de
Conducta tiene problemas continuos de disciplina en clase, falsifica notas escolares,
miente a la familia y al profesorado, hace novillos, se escapa de casa y, con
frecuencia, lleva un rendimiento escolar deficiente, sin tener la menor
motivación para el aprendizaje.
En la
adolescencia se comportan de forma agresiva, osada, retadora, desprecian los
valores aceptados y enfocan las relaciones interpersonales de forma
manipuladora, con la intención de sacar beneficios. Muestran una gran
insensibilidad hacia los demás, frialdad
extrema ante los
sentimientos del otro, y falta de compasión y piedad ante los sentimientos del
otro.
La
sociedad en la que viven, la familia, el medio escolar, deja de ser para este
alumnado un espacio de crecimiento y desarrollo, y pasan a representar todos
los valores que lo niegan como ser humano, y ello le lleva a identificarse
progresivamente con valores “contraculturales” en abierta oposición con los
escolares, institucionales y familiares.
En los varones, suelen
presentarse comportamientos con un mayor grado de agresividad que en las
mujeres, incurriendo frecuentemente en robos,
peleas, vandalismo y problemas de disciplina escolar, y en algunas ocasiones,
consumo de drogas.
En las mujeres, que
aún son socializadas en una pauta un tanto más pasiva que la de los niños
varones, la agresión se manifiesta de
una manera más sutil;
por ejemplo, muchas niñas utilizan el
rechazo social como forma de acción dañina hacia sus compañeras. El nivel de
violencia implícito en estas conductas es comparable con el daño de la agresión
abierta expresada por los niños varones, o bien,
algunas veces, puede
llegar a ser peor. Otras conductas desarrolladas por las niñas pueden ser mentiras, absentismo escolar, consumo de drogas
y prostitución.
Además
de las tres categorías anteriores, que son las más frecuentes de inicio en la
infancia o adolescencia, hay otras patologías
psiquiátricas, casi
siempre de diagnóstico más tardío, en las que las conductas antinormativas, disruptivas
u oposicionistas son nucleares
en sus manifestaciones,
y que originan también un importante deterioro personal y social. Es el caso de
los Trastornos de Personalidad,
especialmente, el Trastorno Antisocial, el Trastorno
Narcisista y el Trastorno Límite de la personalidad,
También
es importante destacar que en algunos trastornos de origen emocional, tanto de
origen endógeno como reactivos a determinadas circunstancias ambientales
(problemáticas familiares, duelos, violencia familiar..), son frecuentes la
presencia de alteraciones conductuales asociadas a la sintomatología afectiva:
oposicionismo, irritabilidad, intolerancia a la frustración, negativismo... En
este caso es importante
tener en cuenta el origen emocional de dichas manifestaciones para dar una
respuesta adecuada.
Es importante reseñar que los trastornos del comportamiento
anteriormente descritos presentan un elevado
índice de comorbilidad,
tanto con
otros trastornos psiquiátricos (por ejemplo, los tics, abuso de sustancias,
trastornos afectivos...), como entre sí. Así se calcula que la mitad de los
niños y niñas con TDAH tiene además otro trastorno del comportamiento, bien
Trastorno Negativista Desafiante
o Trastorno
de Conducta, lo que empeora el pronóstico y aumenta la complejidad de las medidas
terapeúticas y educativas (Mardomingo,
1994).
3. Alteraciones conductuales secundarias a otros tras otros
trastornos mentales
En otras ocasiones, los problemas de conducta se presentan
asociados a una patología psiquiátrica, jerárquicamente superior. En estos
casos no
podemos hablar de un Trastorno del Comportamiento como entidad independiente del
trastorno primario. Por ejemplo, la agresividad desplegada por un enfermo o
enferma psicótico, en general se considera parte de la psicosis o asociada a
ella, no un trastorno de conducta independiente.
3. Patrones conductuales que pueden confundirse con los Trastornos
Graves de conducta
En el contexto escolar, a menudo
encontramos también una serie de comportamientos negativos que, en principio, no están asociados
a ningún
trastorno, pero que por su frecuencia o intensidad repercuten negativamente
tanto en el propio sujeto que las realiza como en el
contexto
donde se desarrollan:
·
Conductas disruptivas.
·
Conductas agresivas.
·
Conductas de inhibición social.
·
Aislamiento.
·
Déficit en habilidades sociales
básicas.
·
Conductas de acoso / maltrato.
·
Dificultades de aprendizaje. En
ocasiones las dificultades de aprendizaje que no tienen una respuesta educativa
adecuada pueden
·
desencadenar alteraciones
comportamentales y emocionales, caracterizadas por su especificidad
situacional.
Especial mención por su frecuencia e importancia en el medio
escolar merece el fenómeno del Acoso Escolar o
Bullying, que puede
definirse como “un acto o una serie de actos intimidatorios y, normalmente,
agresivos o de manipulación por parte de una persona o de varias contra otra
persona durante un cierto tiempo. Es ofensivo y se basa en un desequilibrio de
poderes” (Sullivan, 2005).
El Acoso Escolar contiene una serie de
elementos:
• La
persona que acosa tiene más poder que la persona victimizada.
• La
intimidación suele ser organizada, sistemática y oculta.
• La
intimidación puede ser oportunista, pero una vez que empieza, suele,
normalmente, continuar.
•
Normalmente, se produce a lo largo de un periodo, aunque los que intimidan de
manera regular, también, pueden protagonizar incidentes aislados.
• Una
víctima del acoso escolar puede sufrir daños físicos, emocionales o
psicológicos.
•
Todos los actos de intimidación tienen una dimensión, ya sea emocional o
psicológica.
Existen
3 formas de Bullying, aunque el Acoso Escolar puede ser cualquier
comportamiento de estos, o una combinación de los tres:
a)
Acoso físico (pegar,
morder, golpear, escupir, arañar, o cualquier otro ataque físico hacia otra
persona)
b)
Acoso no físico (denominado,
en ocasiones, “agresión social”): incluye el acoso verbal, acoso no verbal
directo (gestos groseros,
desprecio,
etc. para intimidar) y acoso no verbal indirecto (de manera premeditada se
ignora, se excluye, se aísla, se hace que los demás sientan aversión hacia
alguien...)
c)
Daños materiales (desgarrar
ropas, romper los libros, posesiones, etc. de alguien).
Por
tanto, cuando se habla de acoso escolar o Bullying, éste se refiere a la
violencia prolongada y repetida, tanto mental como física, llevada a cabo, bien
por una persona, o por un grupo, dirigida contra un individuo que no es capaz
de defenderse ante dicha situación, convirtiéndose éste o ésta en víctima.
Junto
al acoso escolar, en los centros educativos estamos siendo testigos, cada vez
con más frecuencia, de la proliferación de otros fenómenos de violencia y
agresividad, como es el caso de la aparición de pandillas juveniles violentas,
casos de agresiones al profesorado o los cada vez más frecuentes hijos que
tiranizan y pegan a sus padres (lo que Vicente Garrido denomina el “Síndrome del Emperador”, para referirse al caso de
chicos y chicas que muestran un patrón continuado de violencia y tiranía hacia
sus progenitores).
Psicóloga en Vecindario
MARÍA JESÚS SUÁREZ DUQUE
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