Ir al contenido principal

Psicóloga Maria Jesus Suarez Duque TRASTORNOS DE CONDUCTA: EVALUACIÓN E IDENTIFICACIÓN DE LOS NIÑOS CON TRASTORNO GRAVE DE CONDUCTA


 

    En el proceso de evaluación se trata de adoptar una perspectiva funcional y comprensiva, centrarse en los déficits y excesos del funcionamiento del sujeto y analizar la naturaleza de estos problemas, con el fin de seleccionar las técnicas de intervención más adecuadas.

Desde esta perspectiva funcional, el proceso de diagnóstico se fundamenta en entrevistas y escalas de estimación cumplimentadas por

padres y madres y por el profesorado, técnicas para la observación directa del comportamiento y la aplicación de procedimientos de evaluación centrados en el alumnado (Miranda, et al., 2003).

Señales de alerta



Cuando los problemas de conducta son extremos, no remiten en el curso del desarrollo, afectan al funcionamiento diario del individuo y tienen consecuencias importantes para las personas que les rodean (la familia, profesorado o compañeros y compañeras) y requerirán de atención especializada.

Los trastornos graves de conducta varían en función del sexo. Suele ser al menos tres veces más común entre los chicos.


La edad de comienzo del trastorno en los varones está en el intervalo de 8 a 10 años. En las chicas, el inicio se concentra entre los 14 y 16 años.

La constelación de síntomas suelen presentarse juntos, aunque obviamente no es probable que en una persona se den todos los síntomas.

El alumnado con trastornos de conducta suele obtener bajas calificaciones y abandonan la escuela antes que sus compañeros de igual edad, estatus social y otras variables demográficas.

La esfera social también se verá afectada. El alumnado con elevada agresividad es rechazado por sus compañeros y compañeras y tienen pocas habilidades sociales. Son ineficaces socialmente en sus interacciones con los adultos y tendrán dificultades a aceptar la autoridad de los mismos.

Igualmente, los procesos atributivos y cognitivos y las habilidades para la resolución de problemas que subyacen en las interacciones sociales son deficientes.

En otras ocasiones existe una manifestación emocional y conductual exagerada y reactiva a una situación estresante identificable que pueden alterar las relaciones sociales y el rendimiento académico. Algunas de estas circunstancias pueden ser: cambios de domicilios,

cambios de colegios, cambios de profesor, separación o divorcio de los padres y madres, muerte de algún íntimo o familiar y las agresiones

físicas y sexuales.

Algunas características que podrían conformar el perfil del niño con TGC (Moreno, 2008):

- Existencia de un patrón de conducta anómalo, persistente y reiterado.

- Presencia de alteraciones conductuales en distintos ambientes: hogar, escuela, calle. Es decir, las conductas manifestadas no son específicas de ningún contexto o situación.

- Mayor prevalencia en el género masculino.

- En el alumnado con este patrón de conducta se da un deterioro significativo del nivel académico, además de más alta conflictividad

familiar y social.

- Presentan sintomatología clínica subyacente:

·         baja autoestima,

·         escasa tolerancia a la frustración,

·         inestabilidad y

·         labilidad emocional.

- Suele cursar con trastornos asociados:

·         ansiedad,

·         de aprendizaje,

·         del estado de ánimo


TDHA
TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE
TRASTORNO DE CONDUCTA
Sintomatología primaria
·         Déficit atencional
·         Sobreactividad motora
·         Impulsividad
·         Negativismo
·         Hostilidad
·         Desafío (dirigido a figuras de autoridad)
·         Agresión a personas y animales
·         Destrucción de la propiedad
·         Fraudulencia o robo
·         Violaciones graves de las normas




En el caso concreto de la Hiperactividad Infantil podemos afirmar que quizás la época en la que resulta más fácil detectar a un niño o niña sea a partir de su ingreso en educación infantil. En esos años destacan por:

·         su inquietud,

·         su falta de autonomía,

·         requieren mayor vigilancia,

·         son desobedientes,

·         duermen menos,

·         tienen falta de conciencia de las normas.

·         Son más propensos a sufrir accidentes y a mostrarse caprichosos e irritables.

Siguiendo a Ávila Polaino Lorente (1999) podemos identificar los siguientes rasgos: son

·         Inquietos,

·         inmaduros,

·         testarudos,

·         temperamentales,

·         inconscientes,

·         entrometidos,

·         con evidentes deseos de ser el centro de atención,

·         molestan frecuentemente a los compañeros y compañeras y pueden no llevarse bien con ellos o ellas.

Vaquerizo-Madrid J. (2005) ha identificado 9 signos de alerta evolutivos del TDAH en preescolares:

1. Pobre desarrollo del juego social (asociativo-cooperativo).

2. Estilo de juego: Preferencia por los juegos deportivos sobre los educativos.

3. Actitud “desmontadora” ante los juguetes. Pobre “interés sostenido” por el juego con juguetes.

4. Retraso en el lenguaje.

5. Retraso en el desarrollo de la motricidad fina adaptativa: torpeza.

6. Dificultades para el aprendizaje para los colores, los números y las letras.

7. Dificultades en el desarrollo gráfico y comprensión de la figura humana en el dibujo.

8. Inmadurez emocional.

9. Rabietas y accidentes en el hogar o en el parvulario





Durante muchos años, el Trastorno por Déficit de Atención-Hiperactividad, resultó ser especialmente conocido y diagnosticado por pediatras, cuando los padres y las madres o educadores derivaban a un niño o niña con conductas disruptivas, muy impulsivo e hiperactivo.

Este trastorno, apenas era diagnosticado ni tratado en la adolescencia o vida adulta.

En la última década, la investigación neurobiológica y la experiencia clínica muestran que el trastorno afecta no sólo a niños o niñas, sino a un sustancial porcentaje de adolescentes y adultos de ambos géneros, en muchos de los cuales la hiperactividad no está presente, pero sí lo están las dificultades cognitivas, dentro de las cuales la falta de atención es la más llamativa, pero abarca una amplia variedad de funciones cognitivas, incluyendo habilidad para activar y organizar un trabajo, habilidad para sostenerse alerta, capacidad para utilizar a corto plazo y de forma efectiva la “memoria de trabajo” ...

Estamos por tanto ante un Trastorno de curso crónico, en el que, si bien la edad y maduración neurobiológica puede implicar la eliminación

de los síntomas en un variado porcentaje de casos, en otros persistirán alteraciones cognitivas y ejecutivas, que condicionarán la vida del adolescente y adulto aquejado de TDAH, y que serán determinantes en su adaptación a las exigencias académicas, laborales y de las

relaciones sociales.

¿Cuáles son los síntomas que prevalecen en los adolescentes y adultos con TDAH?

Los adolescentes y adultos con TDAH suelen presentar:

a)    Síntomas atencionales:

·         Falta de adaptación tanto en el ámbito laboral como académico.

·         Pierden objetos

·         Son despistados

·         Cometen errores en la ejecución de tareas por falta de atención

·         No planifican sus actividades

·         Manejan mal el tiempo

·         Dificultades en mantener la atención en tareas que requieren concentración

·         Dificultades en finalizar las tareas puestas en marcha

·         Sufren frecuentes accidentes laborales y de tráfico, distraibilidad (percatándose de otros estímulos a pesar de los intentos por filtrarlos y mantenerlos al margen),

·         Dificultad para mantener el interés en la lectura o en la tarea...

b)   Impulsividad:

Se refleja en problemas de

·         Autocontrol

·         poder esperar turnos

·         responder precipitadamente cortando la palabra a los demás...

c)    Hiperactividad:

En esta etapa es más interna, sintiendo la persona una inquietud subjetiva interior, como un motor que no cesa, que le impide relajarse. Mueven las piernas, juegan con las manos, toleran mal estar sentados largos períodos de tiempo, se muestran verborreicos...

A veces la hiperactividad motora externa no se da o es menos intensa en la adolescencia, y esto dificulta la detección, aunque con frecuencia si hacemos un análisis retrospectivo de la evolución del alumno, observamos que la hiperactividad sí estaba presente en edades anteriores en un importante número de casos.

d)   Labilidad afectiva:

Se manifiesta en oscilaciones desde el humor normal a la depresión (la cual es descrita como “sentirse bajo de ánimo”, aburrido, descontento), o hacia la excitación y una ligera euforia.

Las oscilaciones del humor habitualmente duran horas, o como mucho unos pocos días, y se presentan sin las alteraciones vegetativas características de los trastornos afectivos; pueden ocurrir espontáneamente o ser reactivas.

e)    Desorganización:

·         Inhabilidad para completar tareas. El sujeto se queja de dificultad para organizarse en el trabajo, ordenar el hogar, o realizar las tareas escolares

·         Las obligaciones a menudo se quedan a medio hacer: el sujeto cambia de una actividad a otra de modo azaroso

·         Desorganización de las actividades

·         Dificultad para orientar la resolución de problemas secuenciales

·         Problemas con la administración del tiempo

·         Tozudez y encono.

f)     Explosiones de ira y temperamento irascible

El sujeto refiere que tiene frecuentes pérdidas súbitas y breves del autocontrol, de las que él o ella mismo se sorprende; es fácilmente

provocable o está continuamente irritado o irritada. Sus problemas de temperamento irascible interfieren con su vida social y sentimental.


Detección

Los indicadores que definirán la pertinencia de la inclusión de un niño o niña en una categoría diagnóstica serán las propias características de las conductas manifestadas. Es decir, las características de los comportamientos determinarán por sí mismas si los niveles clínicos de gravedad son evidentes.

Las características centrales que determinan el trastorno son:

a) La frecuencia e intensidad de las conductas (Kazdin y Buela-Casal, 2002). Obviamente, el grado en que el individuo se ve envuelto con frecuencia en conductas como peleas, sustracciones y mentiras determina si la conducta requiere atención.

b) La repetición y cronicidad de las acciones también ayuda a definir la gravedad de la conducta. La repetición de la acción y prolongación del historial de la conducta en el espacio y el tiempo confiere a las conductas mayor significación.

c) La magnitud de las conductas problemáticas es también importante para definir la intervención. Las conductas antisociales van en

paquetes o constelaciones. El alumnado que realiza un tipo de conducta antisocial es propenso a realizar otras.

En casos extremos, los sujetos con conducta antisociales son identificados con facilidad porque muestran todas las características; es decir, estas conductas problemáticas son frecuentes, graves, crónicas, repetitivas y diversas (Kazdin y Buela-Casal, 2002).



Si se toma como referencia el DSM - V, para la identificación del alumnado y evitar el sobrediagnóstico, se deben cumplir los criterios establecidos, de los cuales destacamos:

a) Evaluar el comportamiento, sobre todo la hiperactividad, en relación con lo que podría considerarse normal en otros individuos de la

misma edad y nivel de desarrollo pertenecientes a la misma cultura.

b) Las manifestaciones comportamentales deben darse en múltiples contextos, para que no se contemplen comportamientos representativos de inquietud o pérdida de interés que son más o menos de esperar en un contexto poco estimulante.

c) La persistencia en el tiempo produce un significativo deterioro personal, escolar y social.

d) Otra característica suele ser la precocidad, especialmente en el TDAH, en el que los síntomas deben de haber cursado necesariamente antes de los siete años.

Escala de evaluación de síntomas de hiperactividad, desatención y problemas de conducta.




NADA
POCO
BASTANTE
MUCHO
1. Tiene excesiva inquietud motora





2. Tiene dificultades de aprendizaje escolar





3. Molesta frecuentemente a los niños





4. Se distrae fácilmente, escasa atención





5. Exige que sus peticiones se cumplan inmediatamente





6. Tiene dificultad para actividades en equipo/grupo





7. Está en las nubes, ensimismado





8. No acaba las tareas que ha empezado





9. Es mal aceptado por el grupo





10. Niega sus errores y echa la culpa a otros





11. Emite sonidos molestos y en situación inapropiada





12. Se comporta con arrogancia, es irrespetuoso





13. Intranquilo, siempre en movimiento





14. Discute y pelea por cualquier cosa





15. Tiene explosiones impredecibles de mal genio





16. Le falta sentido de las reglas del “juego limpio”





17. Es impulsivo e irritable





18. Se lleva mal con la mayoría de sus compañeros





19. Sus esfuerzos se frustran fácilmente, es inconstante





20. Acepta mal las indicaciones del profesor









Comentarios

Entradas populares de este blog