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Psicóloga María Jesús Suárez Duque ADOLESCENCIA: Distimia






El Trastorno Distímico o distimia, a diferencia del trastorno depresivo mayor es un tipo de depresión en la cual los síntomas tienen una duración mayor que en la depresión, es decir, son crónicos, se pueden llegar a presentar de forma continua por un período mínimo de 2 años; sin embargo, la severidad e intensidad de los síntomas es menor.





La etiología de la distimia es multifuncional, es decir, muchos factores pueden influir en su aparición. Dentro de estos factores se pueden incluir:

·         factores genéticos,

·         alteraciones en la estructura del cerebro, en los neurotransmisores y

·         factores ambientales, que incluyen todo aquello que rodea la menor (circunstancias familiares, escuela, relaciones con los compañeros y amigos, consumo de drogas...)

En algunos casos los adolescentes que presentan un trastorno distímico tienen el antecedente de algún familiar, ya sea padre, abuelos, tíos o hermanos que tienen o tuvieron alguna vez en su vida algún trastorno del ánimo.

En muchas ocasiones, es un reto diferenciar entre el trastorno depresivo mayor y el trastorno distímico por el hecho de que los dos trastornos comparten síntomas parecidos y porque las diferencias en inicio, duración, persistencia y gravedad no son fáciles de evaluar retrospectivamente. En general, el TDM consta de uno o más episodios depresivos mayores que se pueden distinguir de la actividad normal del chico, mientras que el trastorno distímico cursa como síntomas menos graves y más crónicos, que se han mantenido durante más de un año.

Cuando el trastorno distímico tiene más de un año de duración, es difícil distinguir la alteración del estado de ánimo del funcionamiento habitual de un menor, y erróneamente se le califica como un chico retraído, enojón o aislado.

Sin embargo, si los síntomas, aunque crónicos, son de la severidad y cantidad para calificarse como un TDM, deberá priorizarse el diagnóstico de mayor gravedad y especificar que es de curso crónico.

Cuando estamos frente a un niño o adolescente que tiene síntomas que nos hacen sospechar de un TDM o un trastorno distímico, se debe conversar con él para explorar si presenta la cantidad y tiempo suficientes para realizar un diagnóstico. La mejor forma es alistar los síntomas y estimularlo a que hable de ellos.

Desde el Centro de Psicología María Jesús Suárez Duque consideramos la importancia de someter al menor a tratamiento lo antes posible cuando los síntomas indican la existencia de un trastorno afectivo que interfieren en sus actividades de la vida cotidiana.

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