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Psicóloga Maria Jesus Suarez Duque AUTOCONTROL




¿Qué es el autocontrol?

Mongotmery (2008) en su estudio sobre el autocontrol enfatiza que los repertorios conductuales que reflejan el fenómeno de autocontrol en un individuo son aprendidos, lo que fortalece la necesidad de promover su aprendizaje en la situación psicoterapéutica mediante procedimientos estructurados. En la atención psicológica en autocontrol, siguiendo sus directrices consideramos los siguientes terapias:

·         Terapias de manejo de la ansiedad y la ira

·         Terapias de asertividad

·         Terapias de condicionamiento encubierto

·         Terapias de reestructuración racional

·         Terapias de solución de problemas

·         Terapias de entrenamiento autoinstruccional y de biorretroalimentación

·         A través de estos procedimientos propiciamos la auto-vigilancia y la relajación, las destrezas de afrontamiento, y cambios específicos en el estilo de vida.



Las connotaciones del control



A)   El control experimental



     Desde la orientación skinneriana el término control podría entenderse como una forma de incrementar la capacidad de predicción de un organismo (sobre su entorno) mediante su actividad (Peña, 2004).

     La tendencia general de respuesta es concordante en particular con la famosa investigación liderada por Walter Mischel en los años 60, en la cual propuso a un grupo de niños de cuatro años que podían tomar un malvavisco inmediatamente o esperar unos minutos y coger dos. Los más “impulsivos” cogían rápidamente el dulce ofrecido. Mischel y sus colegas siguieron observando durante catorce años la conducta de esos niños, hallando que los “impulsivos” tenían baja autoestima y poca tolerancia a la frustración,

mientras que los que habían esperado tendían a mostrar más competencia social y éxito académico, lo que denota la importancia clínica de este hallazgo.

Por otro lado, el aprendizaje social es particular a cada cultura y a cada etnia, por lo que es posible que durante el desarrollo las personas que crecen en los diferentes ambientes adquieran diferentes grados o tipos de autocontrol, como se infiere de la comparación gruesa entre los rasgos culturales de los hemisferios occidental y oriental del mundo, e incluso entre parcelas de una misma región. En las sociedades orientales se privilegia en general una forma de autocontrol colectivo muy distinto a lo predominante en los Estados americanos, que es el individualismo. La mayoría de los japoneses y chinos, por ejemplo, dejan de lado sus intereses personales a favor de objetivos sociales comunes, considerando que la gratificación individual sólo es aceptable si todos participan del progreso (Avia, 1995; Logue, 1995). Otra modalidad tradicional de autocontrol es, como en la India, identificada con la aceptación de las circunstancias que tocan vivir a cada cual, y el doblegamiento ante condiciones que no se pueden cambiar. Por cierto, que esto no constituye una modalidad de “indefensión aprendida”. Al contrario, permite a los individuos adaptarse mejor a situaciones difíciles, e incluso sacar buen partido de ellas (el bienestar emocional).



B)   El control social



     Hay casos en los que no se trata de controles planificados, sino que suceden con respecto a las contingencias naturales azarosas y al control social. En general, el control social se verifica a través de una relación en la cual una persona o grupo de personas modifica directa o indirectamente la conducta de otra, lo que puede suceder por medio del manejo estimular reforzante o aversivo, del uso del castigo, del señalamiento de contingencias, de la provocación de estados emocionales o estados de privación o de saciedad, y a través de la inoculación de sustancias químicas. Desde este punto de vista, es imposible no estar sujeto a algún tipo de control en la vida cotidiana (Skinner, 1953, 1971).



     C) El control psicoterapéutico



La aplicación del control en la clínica por parte de la acción discriminativa, evocadora y reforzante del terapeuta se lleva a cabo mediante procedimientos tales como (Montgomery, 2002):

 a) la instigación oral o física, textual, gráfica o gestual,

 b) la retroalimentación de las ejecuciones deseables,

 c) el moldeamiento de conductas adecuadas, y

 d) la prescripción instruccional



A través de estos métodos, en el Centro Beatriz, procuramos perfeccionar los desempeños de la persona con respecto a los objetivos del tratamiento, y en especial la auto-observación y auto-medición de sus funciones fisiológicas y somáticas, la fuerza de sus repertorios, y por fin inducir el análisis funcional de su conducta en relación con su circunstancia problema. Se trata de que la persona logre en ausencia del terapeuta (Ferster,1965):

a)    alterar su propia relación inadecuada con el medio

b)    incrementar su efectividad de interacción productiva futura, y

c)    cambiar su entorno físico y social.

En otras palabras, el ejercicio del autocontrol y la consiguiente autodirección.



¿Qué es el autocontrol?



     El autocontrol se define funcionalmente como el fenómeno en que aquella conducta que ha tenido una probabilidad previa menor de ocurrencia que la

de otras alternativas disponibles, es de repente emitida en ausencia relativa de impedimentos externos inmediatos (Thoresen y Mahoney,1974, 1980)  



    Clases de autocontrol (Skinner,1953/1971):



     1) Restricción y ayuda física, por ejemplo cuando alguien se lleva la maño a la boca

para sofocar la risa, o también cuando alguien utiliza un micrófono para ampliar la

potencia de su voz ante un auditorio.

     2) Manipulación de estados de privación y saciedad, propiciando condiciones previas para incentivar o extinguir comportamientos de búsqueda de refuerzo. Por ejemplo, al

no comer nada las horas anteriores a un banquete con el objeto de tener más hambreal llegar a él.

     3) Manipulación de estados emocionales, autoinduciendo cambios en ellos, por ejemplo, cuando se cuanta hasta diez antes de responder de manera airada.

     4) Uso de estímulos aversivos, como el reloj despertador del cual sólo se puede “escapar” levantándose.

     5) Uso de fármacos o estimulantes (por ejemplo, un analgésico, o la cafeína).

     6) Autorreforzamiento o autoextinción, como cuando alguien se reúne o (en el caso inverso evita) reunirse continuamente con amigos que sabe que van a elogiar su

conducta.

     7) Autocastigo de las respuestas indeseables, como es el caso de la autoflagelación que algunos monjes se administran para sofocar los deseos de “pecar”.

     8) Contrarrestando la conducta no deseada con respuestas incompatibles. Ejemplificando sobre ello, un pasaje de Los miserables describe una costumbre de las monjas en los conventos, según la cual a cada hora del día la campana da una señal para que todas interrumpan lo que dicen, hacen o piensan, y dicen al unísono: “A todas horas

bendito y alabado sea el Santísimo...”, etc., con el fin de desviar su atención de la vida mundana.



     El automanejo es una respuesta que modifica otra en cuanto a sus tasas de frecuencia.

     La autorregulación, por su parte, requiere que se muestre un patrón comportamental en ausencia relativa de estimulación inmediata, en tres fases: automanejo, autoevaluación y autorefuerzo.

     El autocontrol, propiamente dicho, puede entenderse de dos formas: como cambio autoimpuesto (cautela) y como autorrestricción o control de la propia impulsividad

(Kanfer). Ahora bien, esto último no puede ser absolutizado ya que a veces la impulsividad es la respuesta más adaptativa, y un individuo común debería tener la capacidad de ser

impulsivo o controlado en función de qué es lo más adaptable de acuerdo a cada situación (Logue, 1995).



El ejercicio de autocontrol, personalidad y motivación



     El ejercicio del autocontrol se suele vincular a un agente controlador que se llama “sí mismo” o “yo” en la literatura psicológica, que resulta ser una abstracción representativa

del conjunto de repertorios funcionalmente unificado que integra el individuo (Skinner,1953/1971). Dichos repertorios son aprendidos y están unidos en base a una historia de

reforzamiento común, o bien se organizan en torno a situaciones particulares, siendo combinados e interrelacionados gracias al lenguaje (Kanfer y Phillips, 1970, 1980). La personalidad viene a ser algo similar. Los constructos locus de control y autoeficacia percibida establecen una relación entre autocontrol y personalidad; y el constructo de necesidad de control se vincula con la motivación.



A)   El locus de control



    En la concepción de J. B. Rotter es central la expectativa como percepción predictora del comportamiento. De esta manera, dio por sentado que si el individuo percibe una

correspondencia relativamente permanente entre su conducta y los cambios contingentes de una situación, atribuye los resultados a su ejercicio de control interno. Si, por el contrario, percibe que tal correspondencia es sólo ocasional o parcial, atribuye los resultados a la suerte. Los correlatos de esta construcción explicativa para la personalidad son evidentes:

un locus de control interno implica mayor responsabilidad y sentimiento de que uno puede influir en las circunstancias, con todas las implicancias autorregulatorias que eso tiene a

nivel conductual (Visdómine y Luciaño, 2006).



B)   La autoeficacia percibida



     Según Bandura (1986, 1987), la manera cómo las personas interpretan los cambios producidos por sus acciones les informa sobre las consecuencias ambientales, y permite alterar tanto su entorno como sus propias creencias. Estas creencias que tienen los individuos sobre sí mismos son de singular importancia para el ejercicio del control y el desarrollo de su competencia personal, permitiéndoles manejarse con eficacia.

    En suma, el conjunto de juicios que la gente hace respecto a su propia capacidad para llevar a cabo ciertos desempeños compone lo que se llama autoeficacia percibida, la cual se diferencia del locus de control en que además de referirse a las creencias de las personas sobre los resultados de sus acciones, comprende también las creencias acerca de las propias competencias.



C)   La necesidad de control



     El autocontrol puede relacionarse también con el campo motivacional, en cuyo caso toma del nombre de necesidad de control, a la luz de la evidencia de que los individuos comúnmente requieren percibir cierto control sobre su medio ambiente, posiblemente tras experimentar los efectos negativos que su ausencia produce. Constatado eso puede verse cuántos recursos invierte la gente en restaurar el control cuando percibe que aquél está siendo amenazado o recortado.

 El poder puede ser considerado como una manifestación social de la necesidad de control, dado que los individuos con alta motivación de poder tienden a influenciar sobre decisiones ajenas, a comportarse de manera asertiva, competitiva y agresiva, a buscar el prestigio y a utilizar a los demás en beneficio propio (Peña, 2004).



Autocontrol y repertorio de afrontamiento



En el Centro Beatriz entendemos que el autocontrol hace referencia a los procedimientos de terapia cuyo objetivo es enseñar a la persona estrategias para controlar o modificar su propia conducta a través de distintas situaciones, con el propósito de alcanzar metas a largo plazo. Se trata de enseñar estrategias preventivas y de afrontamiento autónomo en el mundo real: autovigilancia y relajación, destrezas de afrontamiento, y cambios específicos en el estilo de vida, con el fin de aprender a disminuir comportamientos excesivos (por ejemplo, adicciones diversas), incrementar comportamientos deficitarios (p. ej., habilidades sociales y domésticas), o cambiar respuestas inadecuadas (p. ej., no asumir responsabilidades).

Principales terapias que se trabajan en el Centro Beatriz

En el Centro Beatriz trabajamos con diversas terapias, todas ellas actúan con diverso énfasis mediante la modificación de respuestas instrumentales y/o respondientes, cognitivas y afectivas (creencias, pensamientos, actitudes, expectativas, percepciones), además de motoras y fisiológicas.



a)    El entrenamiento en manejo de la ansiedad y la ira.



Se dirige a reconocer las situaciones, síntomas fisiológicos e interpretaciones que activan dichas emociones impidiendo una recepción normal de mensajescontrarrestándolas con:

·         aplicación de control autoinstruccional

·         imaginería

·         respiración diafragmática

·         relajación muscular autónoma

·         entrenamiento en respuestas prosociales



b)   El entrenamiento asertivo



Comprende métodos como la enseñanza de una adecuada discriminación de situaciones, y de habilidades sociales para aprender a defender los derechos individuales legítimos sin dañar a nadie ni ser agredido (Wolpe, 1958/1980).



c)    El condicionamiento encubierto



Comprende técnicas de reforzamiento positivo y negativo, castigo, extinción, costo de respuesta y modelado encubiertos, bajo el supuesto de que los principios conductuales son homogéneos tanto a nivel manifiesto como no manifiesto, pudiendo articularse estrategias de uso de tales principios a cargo del propio individuo



d)   Las modalidades de reestructuración racional de Ellis y Beck



Utilizan medios contraargumentativos para que la gente identifique autoafirmaciones incapacitantes y pueda combatirlas autorreforzando respuestas lingüísticas y lógicas incompatibles con el discurso “distorsionado”.



e)    La solución de problemas



Implica procederes de reconocimiento y análisis de los componentes de las situaciones vistas como problemáticas, para perfilar posibles soluciones a ellas mediante decisiones que tengan en cuenta la maximización de beneficios y minimización de costos. (D’ Zurilla, 1986, 1993).



f)     El entrenamiento autoinstruccional



Incide sobre el autocontrol del “diálogo interno” que utiliza el individuo muchas veces para guiar sus acciones. Para ello analiza funcionalmente las habilidades requeridas para cumplimentar cada acción y programa discursos específicosque faciliten la tarea (Meinchembaum, 1985, 1987).



g)   La biorretroalimentación

Se dirige hacia la preparación exhaustiva del individuo para reconocer estados fisiológicos que normalmente pasan inadvertidos, amplificando la

información de las respuestas mediante aparatos, y aprender a controlar así las propias reacciones de tensión muscular, temperatura, superficie dérmica, actividad cerebral,

conductividad de la piel, presión sanguínea y tasa cardíaca (Davis, Robbins y McKay, 1982, 1985).



Pasos o etapas comunes sobre las que se aplican los procedimientos terapéuticos conductuales señalados



1.    El autorregistro.



Permite que la persona sea consciente de las dimensiones de las conductas problemáticas y otras colaterales en el momento en que suceden.



2.    La autoevaluación.



Permite examinar las variables paramétricas registradas (probabilidad, topografía, fuerza y escenario de conducta) y proponer alternativas de autocontrol secuenciadas en metas, objetivos y análisis de tareas.



3.    El cambio contingencial.



Consiste de acciones programadas para autorreforzar, autocastigar o autoextinguir aquellas respuestas consideradas clave en la evaluación de las fortalezas y debilidades implicadas.



En definitiva, en el Centro Beatriz desde nuestra concepción humanista consideramos a la persona como un eficaz agente de cambio de su propio comportamiento para fomentar su autodirección personal a través de una ayuda inicial del terapeuta.



María Jesús Suárez Duque

Psicóloga y Educadora Social

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Referencia bibliográfica

Montgomery, W. (2008). Teoría, investigación y aplicaciones clínicas del autocontrol. Revista de Investigación en Psicología, 11(2), 215-225.


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