Los indicadores que definirán la
pertinencia de la inclusión de un niño o niña en una categoría diagnóstica
serán las propias características de las conductas manifestadas. Es decir, las
características de los comportamientos determinarán por sí mismas si los
niveles clínicos de gravedad son evidentes.
Las características
centrales que determinan el trastorno son:
a) La frecuencia e intensidad de las conductas (Kazdin y Buela-Casal,
2002). Obviamente, el grado en que el individuo se ve envuelto con frecuencia
en conductas como peleas, sustracciones y mentiras determina si la conducta
requiere atención.
b) La repetición y cronicidad de las acciones también ayuda a definir la
gravedad de la conducta. La repetición de la acción y prolongación del
historial de la conducta en el espacio y el tiempo confiere a las conductas mayor
significación.
c) La magnitud de las conductas problemáticas es también importante para
definir la intervención. Las conductas antisociales van en
paquetes o
constelaciones. El alumnado que realiza un tipo de conducta antisocial es
propenso a realizar otras.
En casos extremos, los sujetos con
conducta antisociales son identificados con facilidad porque muestran todas las
características; es decir, estas
conductas problemáticas son frecuentes, graves, crónicas, repetitivas y
diversas (Kazdin y Buela-Casal, 2002).
Si se toma como referencia
el DSM - V, para la identificación del alumnado y evitar el sobrediagnóstico, se
deben cumplir los criterios establecidos, de los cuales destacamos:
a) Evaluar el comportamiento,
sobre todo la hiperactividad, en
relación con lo que podría considerarse normal en otros individuos de la
misma edad y
nivel de desarrollo pertenecientes a la misma cultura.
b) Las manifestaciones
comportamentales deben darse en múltiples
contextos, para que no se contemplen comportamientos representativos de
inquietud o pérdida de interés que son más o menos de esperar en un contexto poco
estimulante.
c) La persistencia en el tiempo produce un significativo deterioro
personal, escolar y social.
d) Otra característica suele ser la precocidad, especialmente en el
TDAH, en el que los síntomas deben de haber cursado necesariamente
antes de los siete años.
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