TRASTORNO DE PÁNICO
Los
pacientes que padecen crisis de pánico suelen decir que la crisis les vino de
la nada. Experimentan la crisis como algo abrupto, que no puede asociar con
nada que la provoque, siendo justamente esta incertidumbre y desasosiego lo que
hace, en la mayoría de los casos, que se repita.
Las
crisis de pánico son una fuente de gran angustia. La experiencia de sentir que
se puede estar muriendo, perdiendo el control o enloqueciendo generalmente es
vivida como algo traumático. Sin embargo, nada de esto llega a pasar en
realidad, pues nadie ha muerto ni enloquecido por una crisis de pánico. El
cuerpo no está dañado, las crisis de pánico son solo consecuencia de un estado
de hiperactivación del sistema nervioso que se vive en forma muy amenazante
para la integridad física y/o psíquica.
Las
crisis de pánico, también llamadas crisis de angustia, crisis de ansiedad,
consisten en episodios de extrema ansiedad y miedo intenso, que engloban una
serie de manifestaciones, tanto físicas como cognitivas, emocionales en su
conjunto, que la persona vive como una experiencia real de peligro inminente.
Algunos de los
síntomas experimentados son los siguientes:
·
Palpitaciones, taquicardia o sacudidas del
corazón.
·
Sudoración.
·
Temblores o sacudidas generales.
·
Sensación de ahogo, falta de aire o respiración
entrecortada.
·
Sensación de atragantarse.
·
Opresión o malestar en el pecho.
·
Náuseas o molestias abdominales.
·
Inestabilidad, mareo, vértigo o desmayo.
·
Sensación de entumecimiento u hormigueo.
·
Escalofríos o sofocaciones.
·
Sensación de estar separado de uno mismo
(despersonalización) y/o sensación de irrealidad (desrealización).
A estos síntomas se
agregan cinco miedos básicos de los cuales generalmente la persona experimenta
uno o dos:
·
Miedo a morir.
·
Miedo a tener un ataque al corazón.
·
Miedo a volverse loco/a o perder la razón.
·
Miedo a perder el control.
·
Miedo a desmayarse.
Basta
con que cuatro de estos síntomas se presenten simultáneamente, de manera
súbita y con una intensidad que aumente rápidamente para diagnosticar una
crisis de pánico. La crisis suele ser un episodio breve, que dura entre 10 y
15 minutos generalmente, aunque en ocasiones puede llegar a durar 30 minutos.
Algunos datos, no obstante, indican que un 15% de los ataques podrían
prolongarse durante una hora.
Aunque
por regla general estos no superan las dos horas, una vez concluido el ataque,
la sensación de malestar sugiere que duró mucho más tiempo y la persona queda
agotada y con una ansiedad residual.
En
cuanto a la activación autonómica incrementada durante las crisis de pánico, no
hay evidencia que indique que esta sea mayor a la observada durante diversas actividades,
como la práctica de un deporte extremo.
En la
descripción de los ataques de pánico se destaca la incapacidad de mantener
un pensamiento racional en el momento de crisis y la existencia de un fuerte
deseo de escapar de la situación.
Respecto
a su incidencia, se estima que entre un 10 y un 20% de la población adulta
experimentará una crisis de pánico en algún momento de su vida, siendo más
frecuente en mujeres entre los 20 y 30 años. Pero no todas estas personas
van a desarrollar el trastorno de pánico propiamente dicho. De hecho,
para que se pueda diagnosticar un trastorno es indispensable la repetición
de las crisis y la inquietud persistente de que esta se repita sumada a la
preocupación acerca de las implicancias de las crisis o sus posibles
consecuencias negativas.
Entre
ellas se destacan:
·
Ausentismo laboral, pérdida del trabajo
·
Limitación de salidas, paseos y situaciones de disfrute
en general, tanto para quien padece el trastorno como para su familia
·
Agotamiento físico y psicológico, que afecta
las funciones de concentración y memoria, así como la productividad y
creatividad
·
Carencia de proyectos y metas en la vida
·
Baja autoestima
·
Dependencia farmacológica (generalmente ansiolítica)
·
Abuso de alcohol
·
Depresión
·
Otras complicaciones sociales y familiares (conflictos
de pareja, inasertividad, etc.).
El
trastorno de pánico se manifiesta entre el 1,5 y el 3% de la población, aproximadamente,
según datos estadísticos internacionales. Otros estudios refieren que un 4% de
la población presentará el trastorno.
Es
común que la persona durante el año previo a la primera crisis de pánico
haya:
·
Estado sometida a diversos estresores
·
Transitado por un cuadro depresivo de importancia
O bien,
·
Presentara síntomas aislados de ansiedad que se
exacerbaron tras alguna situación puntual.
Las
crisis de pánico no aparecen de la nada, hay un caldo de cultivo previo
que hace, por un lado, que se debiliten nuestros recursos personales para
hacerles frente y, por otra parte, se vaya aceitando el mecanismo que hace que
experimentar la ansiedad se vuelva una forma cada vez más usual de reaccionar.
Bibliografía
Acquarone, S. (s.f.). Superar la crisis de pánico.
Sentir, pensar y hacer.
C/ Tunte,6
Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de
correos)
Pedir cita:
630723090
Comentarios
Publicar un comentario