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Psicóloga María Jesús Suárez Duque DEPENDENCIA EMOCIONAL: Formas de obedecer a la necesidad afectiva

 

Las aceleraciones, las comprobaciones de cariño y la voracidad amorosa: tres formas de obedecer a la necesidad afectiva




     Dentro de la relación de pareja, aunque esta relación sea con una persona normal y transcurra por unos derroteros sanos, ha y que cuidarse mucho de que, sin que el dependiente emocional se dé cuenta, aparezcan manifestaciones de la necesidad afectiva. Está claro que dichas manifestaciones tenderán a aparecer en un principio, pero hay que estar alerta por si  

 

     Aparte del desequilibrio y la idealización, y que muchas veces se deben a inicia relaciones con personas que se ajustan a algún perfil de objeto, destacan tres manifestaciones de la necesidad afectiva que es preciso considerar:

 

a)    Las aceleraciones

 

Las aceleraciones son todos los comportamientos que efectúa el dependiente emocional en las primeras fases de la relación por los que se salta los procesos típicos de tanteo, de conocimiento de la otra persona, y se lanza con gran ilusión y fantasía a vivir su a ventura amorosa. La principal forma de evitarlo es la predisposición, la mentalización que debe tener el dependiente para dosificarse en la relación con progresividad.

 

b)   Las comprobaciones de cariño

 

Comparten con las aceleraciones la obsesividad que manifiesta el dependiente cuando las realiza, pero las comprobaciones pueden acontecer en cualquier momento de la relación. Como su propio nombre indica, consisten en actos que tienen la finalidad de que la pareja reaccione de una manera que satisfaga y tranquilice al dependiente. En concreto, los comportamientos de la pareja deben ser de ratificación de los sentimientos o del mantenimiento de la relación. Por ejemplo, el dependiente emocional puede pedir gestos de cariño como abrazos o besos si detecta una actitud ligeramente distante en su pareja, preguntar directamente sobre los sentimientos del otro o hacer indirectas sobre si va a pedir un traslado de localidad por si tiene la duda, fundada o infundada, de que se va a marchar a vivir a otro lugar. Las comprobaciones de cariño son similares a las que llevan a cabo los clásicamente definidos como "neuróticos", término actualmente en desuso, cuando miran una y otra vez si han apagado la plancha o si han cerrado adecuadamente la puerta de la vivienda. Se sospecha en exceso de la aparición de un peligro, que en el caso de la dependencia emocional es la falta de cariño del otro o un abandono inminente, y es tal la ansiedad que generan dichas ideas que se efectúan comprobaciones constantes que aporten tranquilidad.

 

El problema es que estas comprobaciones, estén o no justificadas, son muy pesadas para las parejas. Si están justificadas, porque no hay un interés afectivo real hacia el dependiente; si no están justificadas, porque la pareja se encuentra incomprendida y, haga lo que haga, nunca va a ser suficiente, con lo que se producirá una dinámica de reacciones de hostilidad que supongan, al final, una profecía que se cumple a base de formularla insistentemente.

 

Lo que realmente hay que llevar a cabo es una reflexión sobre la justificación de estos comportamientos. Es decir, lo primero es determinar si verdaderamente hay motivos para las dudas con respecto a la pareja: si existen, hay que dilucidarlas, pero no con preguntas tipo: "no me vas a dejar, ¿verdad?" sino con otras como: "¿todavía sientes algo por mí?" o "¿quieres que continuemos juntos?". Las primeras son comprobaciones que parten de la fragilidad y de la desesperación, las segundas son sondeos lógicos de las intenciones del otro cuando hay sospechas de que algo no anda bien en la relación. En el segundo tipo de preguntas se parte de la base de que sólo se seguirá si la otra persona está por la labor, y no a toda costa. Si no hay motivos para dichas dudas y son comprobaciones sin fundamento, entonces hay que dejar de llevarlas a cabo por dos motivos:

 

·         Incrementan enormemente la ansiedad y la fragilidad. Cada vez que se efectúa una comprobación de este tipo, el dependiente gana en nerviosismo y pierde en autoconfianza. Está claro que este nerviosismo puede disminuirse a corto plazo si dicha comprobación arroja un resultado satisfactorio para el dependiente, pero a medio y largo plazo, como se ha actuado dando por cierto algo que sólo está en la imaginación, se le otorga realidad a esos temores infundados, lo cual incrementa la inquietud y la vivencia continua de peligro.

 

·         Obedece a la necesidad afectiva, que se dedica a empequeñecer al individuo y a convertirlo en un ser enormemente vulnerable que sólo adquiere su sentido si su pareja le garantiza su afecto y su presencia. Tener tan desarrollado un planteamiento así convierte al dependiente en un auténtico "yonqui" amoroso que está continuamente chequeando que va a recibir su suministro, y esto deja al dependiente, en términos psicológicos, a la altura del betún. El mensaje básico de la necesidad afectiva hay que erradicarlo de una manera contundente, con hechos, y obrar en base a lo que ella pregona es continuar actuando desde la debilidad.

 

c)    La voracidad amorosa

 

De igual manera que las comprobaciones de cariño acontecen en cualquier momento de la relación, aunque son también muy habituales en los periodos de flirteo.

 

Consiste en el deseo continuo de fusionarse con el otro y de percibir su presencia, bien con el contacto constante (estando juntos el mayor tiempo posible) o bien con la ayuda de medios como los mensajes de texto de teléfono móvil, el correo electrónico o los programas de contacto online por internet.

 

Compartir mucho tiempo con la pareja, si es algo deseado por los dos, no tiene problema alguno. Un inconveniente aparece si el otro encuentra un poco excesivo ese contacto: esto sucede o bien porque no tiene demasiado interés en la relación, o bien porque desea mantener algunas facetas de su vida propia como, por ejemplo, ir al gimnasio o acudir a unas reuniones semanales de una asociación. Está claro que el primer motivo es inadmisible, pero el segundo es completamente legítimo y no solo eso, sino que el propio dependiente emocional debería reducir este contacto continuo porque se estará transformando ya en voracidad amorosa.

 

No hay problema en compartir tiempo, proyectos y actividades con la pareja, siempre y cuando el individuo mantenga determinadas parcelas propias, aunque algunas se recorten o incluso se realicen con el otro. Por ejemplo, si antes de conocer a la pareja el individuo acudía al gimnasio, quizá se comparta esta actividad: la cuestión es que a la persona no le quede la idea de que cuando aparece una relación lo único que importa es fusionarse con el otro, quedando la vida propia totalmente al margen. Si algo así ocurre, hay que retomar las actividades que se han abandonado y ubicar a la relación en su justo lugar, por muy importante que este sea.

 

Otro inconveniente aparece cuando se quiere compartir tiempo con el otro, pero en exclusividad, es decir, deseando activamente que nadie más esté presente. Esto es fácil de detectar cuando el dependiente intenta evitar quedar con otros amigos o con familiares: si sucede, estamos también en presencia de voracidad amorosa, lo cual queda de manifiesto porque se desea una fusión con el otro en la que no hay autosuficiencia emocional. Conociendo este inconveniente sabemos también su solución: hay que disfrutar de la intimidad con la pareja, pero también hay que saber estar en grupo, con más gente, sin evitar este tipo de planes, e intentar realizarlo con la mejor disposición.

 

El tercer inconveniente posible en este tipo de comportamientos de proximidad, y que igualmente nos indicaría la presencia de la voracidad amorosa, es la aparición de ansiedad, inquietud o desesperación si no hay una "dosis" suficiente de contactos, que claramente resulte excesiva. Si el dependiente emocional lleva tres o cuatro días sin saber nada de su pareja es normal que esté molesto, triste o preocupado (aunque nunca inquieto o desesperado, porque esto sí es indicativo de la presencia de la necesidad afectiva); ahora bien, si en lugar de tres o cuatro días son tres o cuatro horas, está claro que la demanda es muy superior a la normal.

 

Esto es particularmente cierto con los famosos mensajes de texto al teléfono móvil. Si se manda un mensaje y pasa un tiempo sin contestación, nos indicará la presencia de voracidad amorosa que surjan la inquietud o la angustia. Igualmente, si no hay un intercambio profuso y se demanda que se produzca el mismo o, al menos, se sufre ansiedad porque no se realice dicho intercambio, también obtendremos signos inequívocos de voracidad amorosa. En este sentido, no conviene insistir en exceso en este tipo de comportamientos: está bien llamarse por teléfono, verse o mandarse mensajes de texto, pero es importante que sea en su justa medida y que el estado de ánimo no dependa de estas "dosis", sino que en cierto modo sea independiente de las mismas. Si se ha llamado por teléfono una vez al trabajo no hay por qué volver a hacerlo en el mismo día; si se ha mandado un mensa je sin propósito de comunicar algo importante, hay que evitar insistir con un intercambio profuso de mensajes. El dependiente debe sentir que está en pareja y que la otra persona tiene ilusión de estar con él, pero también debe experimentar que es alguien seguro de sí mismo, con mucho sentido y vida propia sin la referencia continua de la relación, y autosuficiente en el terreno emocional.



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