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Psicóloga Maria Jesus Suarez Duque DEPENDENCIA EMOCIONAL: Relaciones con una decisión discutible de romper

 


Relaciones con una decisión discutible de romper

 

Son aquellas que, después del análisis, no muestran un desequilibrio tan claro. Básicamente hay de dos tipos:

 

a)    Relaciones de ida y vuelta


Son motivo de consulta en muchas ocasiones y causan un desconcierto tremendo. A veces, no sólo los dependientes emocionales "caen" en estas trampas, sino también personas normales sin patología de la personalidad alguna, que se encuentran metidas en un auténtico lío amoroso que cambia continuamente. En estas relaciones, la pareja suele ser un dependiente emocional oscilante, llamado también "evitador del compromiso" que son personas que no muestran interés en la relación y que evitan involucrarse en la misma, pero que realmente necesitan sentirse emparejados para satisfacer sus demandas afectivas. Presentan una dependencia emocional en la que intentan colmar dichas demandas afectivas a la par que se centran en su egoísmo: dicho de otra manera, quieren estar solteros y en pareja al mismo tiempo, algo que es imposible pero que estas personas intentan compaginar entrando y saliendo de la relación a su antojo, y volviendo locos a sus compañeros.

La ruptura con un dependiente oscilante puede darse porque él lo desee, con lo que tendrá seguramente un recambio ya fijado, o puede darse porque la pareja se harte de su comportamiento huidizo y poco interesado, excesivamente centrado en sí mismo. En esta última situación, al quedarse el dependiente sin alguien en quien fijar su necesidad afectiva, se da un fenómeno muy peculiar: se mostrará muy arrepentido de su actuación, jurará cambiar y mostrará todo su tremendo amor hacia la persona que se marcha, incluso con un bajón anímico importante. La pareja, entonces, dudará de la ruptura porque estará viendo una faceta de su compañero que desconocía: involucrado en la relación, con propósito de enmienda y con sentimientos claros, no disimulados con ambigüedades.

Si esta pareja es dependiente emocional, no cabe duda de que el cambio de actitud será más que suficiente para que no se produzca la ruptura, con lo que se reanudará la relación. En

este contexto, una vez el oscilante ya tiene claro que la persona vuelve a estar asegurada, volverán también las pautas anteriores de desinterés y egoísmo, incluso con un cierto componente vengativo por la demostración de sentimientos que se ha visto obligado a realizar, con la correspondiente pérdida de orgullo.


Al tratarse la pareja de un dependiente emocional estándar, aguantará la situación y continuará pensando que volverá a mostrar su faceta de interés y de sentimientos, algo que no se

producirá hasta que vuelva a tensar la cuerda amenazando con la ruptura, y así hasta la saciedad. Son relaciones que podríamos llamar de "balancín", en las que los dos extremos nunca están en línea: si uno está arriba, el otro está abajo, y viceversa.


Si la pareja no es dependiente emocional, aguantará una o dos veces esta situación, pero nada más. En todo caso, esto ya nos interesa menos porque lo que nos importa es determinar cuándo, para un dependiente emocional, es necesario romper una relación. Aquí la decisión es discutible, porque lo cierto es que su objeto muestra en ocasiones un arrepentimiento por los defectos y una demostración clara de sentimientos, involucrándose además en la relación. Pero esto sólo sucede cuando ve amenazada la situación que desea, no son comportamientos genuinos y sanos. El amor debe ser una acción, no una reacción, y aquí sólo aparece el amor manifiesto y el interés como una reacción ante un alejamiento del dependiente, y no como una acción de deseo afectivo real hacia el mismo. En el momento en que desaparezca dicho alejamiento, desaparecerán también los comportamientos positivos.

Está claro que se puede dar una oportunidad porque todos la merecemos en esta vida, pero una oportunidad es una, y no una tras otra. A poco que el dependiente se acomode volviendo a acercarse a la otra persona, aparecerán de nuevo los comportamientos de desinterés, de egoísmo y de escaso compromiso en la relación: en ese momento, ya no debería haber duda alguna y la ruptura no tendría que ser una decisión discutible, sino una decisión obvia. Estas relaciones son verdaderamente enloquecedoras y hay que salir de ellas lo antes posible, aprendiendo de la experiencia.

Como ayuda para tomar la decisión, ya que son relaciones en las que hay una de cal y una de arena, es importante que el dependiente emocional analice su estado de ánimo. Si es de desconcierto, de ansiedad y de desánimo constantes, el estado de ánimo estará mandando mensajes como si de un termómetro o de una alarma se tratara, mensajes que habrá que escuchar porque indicarán que la relación no es sana.


Más allá de momentos puntuales o crisis pasajeras, el balance global de una relación tiene que ser el incremento de la autoestima y del estado de ánimo de los dos miembros de la misma: todo lo que no sea esto, nos indica que se están produciendo situaciones insanas. Esto vale para cualquier duda sobre la viabilidad de una relación de pareja.

b)    Relaciones con ausencia de sentimientos por parte del dependiente emocional

 

Son parecidas a las propuestas anteriormente, pero aquí la ausencia de sentimientos sólo debe producirse por parte del dependiente, no de la pareja -que, en estos casos, siempre será normal, no se ajustará a alguno de los perfiles del objeto-, y además en un contexto en el que no existan conflictos continuos.


Son relaciones de comodidad en las que el dependiente está a gusto porque se siente querido, acompañado, respetado y bien tratado, en un ambiente de cordialidad y entendimiento

con la otra persona, pero con una frialdad en lo que a sentimientos se refiere abrumadora. El dependiente hablará de su pareja como si de un compañero de piso se tratara, o de un amigo. Muchas veces, ni siquiera habrá relaciones sexuales, o si las hay serán por obligación o compromiso.

En cuanto a la salud mental del dependiente emocional, no existen aparentemente contraindicaciones para este tipo de relaciones. No perjudican su autoestima ni su estado de ánimo.

No obstante, analizando en profundidad, aparecen dos problemas

1) Se está obedeciendo a la necesidad afectiva, que obliga a que el dependiente esté siempre acompañado, por lo que se mantiene la esencia de su problema. Además, como no hay un grado de satisfacción importante en la relación, existirá un componente de frustración a tener en cuenta.

2) Hay que considerar la perspectiva de la pareja del dependiente emocional. Se le está condenando a esta persona a una relación en la que nunca va a obtener lo que legítimamente merece, que es afecto y correspondencia en los sentimientos. Por último, el riesgo de infidelidades si aparece algún individuo que sí cumpla con el perfil de objeto es altísimo.

Por lo tanto, estas relaciones deberían romperse, aunque también cabe la posibilidad de que el dependiente emocional, en un proceso claro de cambio personal, decida dar un giro a su vida e intente involucrarse a tope con la pareja, que intente probarse poniendo todo lo que pueda de su parte para sentirse cómodo en una relación equilibrada. Para ello, un mínimo de sentimientos amorosos y atracción personal debe existir, porque dicho cambio no tendrá sentido en caso de que esto no exista. Son matices muy sutiles, pero normalmente el individuo sabe si puede apostar por algo o si es un auténtico despropósito.

Además, también se puede utilizar el punto de vista ajeno, el de otras personas significativas que conozcan al dependiente y que, preferiblemente, también conozcan al objeto. 

En el ámbito de la pareja, en el mundo de los sentimientos, hay que ser muy ambicioso. Esta ambición no debería ser para encontrar a alguien "vip" que cumpla con un perfil determinado: no me refiero a una ambición con la persona, sino una ambición con la relación. La 
ambición con la relación, la ambición afectiva, debería pasar por una relación equilibrada, en la que haya atracción hacia la otra persona con sentimientos, y en la que exista un ambiente sano de respeto, aceptación y proyecto de vida conjunto que potencie la autoestima y el ánimo de los dos miembros de la pareja.

La necesidad afectiva no es ambiciosa porque cualquier persona vale para llenar el vacío, aunque ya sabemos que la diana siempre estará en los objetos, en esos perfiles. Si la necesidad afectiva no es ambiciosa, el dependiente emocional, para dejar de serlo, sí tiene que ser ambicioso: no vale cualquier relación de pareja sino sólo aquella que sea sana y que contribuya a mejorar la calidad de vida. Todo lo demás, es más de lo mismo.

Llegados a este punto, el dependiente emocional debería tener una decisión tomada. Para la decisión de romper, habrá que plantearse cómo hacerlo y cómo obrar a continuación. En cuanto a esto último, hay que seguir lo expuesto sobre la ruptura y el síndrome de abstinencia, porque aunque la ruptura sea voluntaria habrá que seguir las mismas pautas sobre el convencimiento, el contacto cero...

En lo que respecta a cómo romper, no importa demasiado. Lo mejor es que sea cara a cara, con firmeza y explicando los motivos de la ruptura, pero sin entrar demasiado en discusiones, réplicas y contrarréplicas que no conducen a nada. Hay que transmitir que la decisión es irrevocable, que durante un tiempo no debería haber contacto y que la amistad es imposible hasta que no se pase página del todo. También es importante anunciar que, recordando la ausencia de contacto recomendada, no se atenderán llamadas durante un tiempo con el fin de evitar sufrimientos innecesarios.

 Para la decisión de continuar con la relación podría ser recomendable una terapia de pareja, algo que desaconsejo vivamente si la decisión es la de romper, de acuerdo a los tipos de relación problemáticos descritos. 

Si la situación es ambigua y se desea dar una oportunidad, que debería ser la última, se hace, y aquí también podría entrar una terapia de pareja. Pero si no hay una determinación clara por parte de la otra persona y la situación encaja perfectamente con alguna de las ya descritas, será una pérdida de tiempo y un incremento del sufrimiento totalmente innecesario. Las cosas no deben mantenerse con sostenes y respiradores artificiales si no presentan un sustento fuerte. 

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