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Psicóloga María Jesús Suárez Duque HABILIDADES SOCIALES: Ley del poder

 

 

Tercera ley: El poder

 Los cristianos en terapia y recuperación manifiestan una confusión común:

¿Me es imposible dominar mi conducta? Si no puedo dominarla, ¿cómo se me hace responsable de mis actos? ¿Qué cosas sí puedo dominar? 

Los Doce Pasos y la Biblia enseñan que las personas deben admitir que moralmente son un fracaso

Los alcohólicos admiten que no pueden dominar el alcohol; no tienen el fruto del dominio propio. No pueden controlar su adicción, como lo expresó Pablo: «No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero… pero me doy cuenta que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo» (Romanos 7:15, 19, 23). 

Esto es falta de domino. Juan dice que todos estamos en ese estado, y que si alguien afirma lo contrario está mintiendo (1 Juan 1:8) Si bien usted no tiene poder en sí y de sí mismo para vencer estos patrones de conducta, sí tiene poder para producir los frutos de la victoria en el futuro:

1. Tiene poder para estar de acuerdo con la verdad acerca de su problema. La Biblia lo llama «confesión».Confesar significa «estar de acuerdo». Al menos podemos decir: «Esto soy yo.» Quizá todavía no pueda cambiarlo, pero puede confesarlo. 

2. Tiene poder para entregar su incapacidad a Dios. Siempre podemos solicitar ayuda y entregarnos. Tenemos poder para humillarnos y entregar nuestra vida a Dios. Quizá no podamos sanarnos a nosotros mismos, pero ¡podemos llamar al Doctor! La humildad bíblica está siempre acompañada de grandes promesas. Si hace lo que puede: confesar, creer, y solicitar ayuda, Dios hará lo que usted no puede: producirá el cambio (1 Juan 1:9; Santiago 4:7-10; Mateo 5:3,6). 

3. Tiene poder para buscar a Dios y a otros y pedirles que le revelen cada vez más qué cosas están comprendidas dentro de sus límites.

4. Tiene poder para darle la espalda al mal que mora en usted. Esto se llama arrepentimiento. No significa que será perfecto; significa que puede ver que hay partes pecaminosas dentro de usted que desea cambiar. 

5. Tiene poder para humillarse y pedirle a Dios y a otros ayuda para tratar las lesiones sufridas durante su desarrollo y las necesidades pendientes desde la niñez. Muchas partes problemáticas provienen de vacíos internos, y necesita buscar a Dios y a otros para satisfacer esas necesidades. 

6. Tiene poder para reconciliarse con quienes ha lastimado y reparar el daño. Es un paso previo para aceptar la responsabilidad de su vida y de su pecado, y responder ante quienes ha lastimado. En Mateo 5:23-24 leemos: «Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.» La otra cara de la moneda: los límites contribuyen a definir las cosas sobre las que no tenemos dominio: ¡todo lo que esté fuera de los límites! Mediten en la oración de la serenidad (posiblemente la mejor oración sobre límites alguna vez escrita): Dios, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, y sabiduría para distinguirlas. En otras palabras: Dios, ¡muéstrame mis límites!

Es posible esforzarse para someternos a este proceso y esforzarnos con Dios para que nos cambie. No es posible cambiar ninguna otra cosa: ni el clima, ni el pasado, ni la economía: y mucho menos, a los demás. No se puede cambiar a otra persona. Se sufre más por querer cambiar a otros que de ninguna otra enfermedad. Esto es imposible. Lo que puede hacer es influir en otros. Pero hay una trampa. Como no puede forzar el cambio, usted debe cambiar para que los patrones destructivos de ellos no tengan efecto sobre su persona. Cambie el trato con ellos; quizá los motive a abandonar sus viejos esquemas si ya no les resultan útiles. Cuando se libera de otra persona, se da otra dinámica: usted recupera su salud y ellos lo pueden notar y envidiar lo saludable que está. Pueden querer algo de lo que usted tiene. Por último, necesita sabiduría para saber qué usted es y qué no es. Ore pidiendo sabiduría para diferenciar las cosas que sí puede cambiar de lo que no puede cambiar.


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